Sin blanca
Fronterizos | miguel a. varela
Con la que está cayendo en el terreno económico, político, laboral, sindical e incluso climatológico, no es de extrañar que determinadas informaciones, de por sí poco atractivas para las tendencias mediáticas patrias, pasen demasiado desapercibidas. Hace unas semanas, el presidente del Partido Popular presentó casi clandestinamente la denominada «Declaración de Cartagena» como eje vertebral de un pacto nacional por la cultura, sustentado en aspectos como la eliminación del partidismo en las iniciativas culturales; el respeto institucional por la independencia de intelectuales, creadores y artistas; la estabilidad de la legislación en materia cultural o la consideración del sector como clave en la creación de riqueza. Para que sepamos de lo que estamos hablando, y según datos oficiales, la aportación del sector cultural al PIB español se cifró en el 3,1%, en el periodo 2000-2007. Esto es: algo más de 31.000 millones de euros anuales. La actividad cultural tiene, dentro de la economía española, un peso superior al generado por sectores como el energético o la agricultura, y supone una aportación media superior a la de la UE (el 2,6% del PIB). Unas cifras y unos porcentajes nada despreciables. El caso es que parece que el PP ha valorado sus carencias en materia de política cultural -además de su escaso feeling con las figuras más populares, que no necesariamente representativas, del sector- y aparenta síntomas de corrección del rumbo con reuniones sectoriales y declaraciones programáticas. Todo esto está muy bien puesto que, al margen de lo que cada uno vote, se supone que un partido con opción de gobernar debe hacerlo para todos los ciudadanos. Pero en esta operación Rajoy debería tener la precaución de librarse de algunos especialistas en abordajes de naves desorientadas, profesionales del sablazo oportunista y peritos en situarse en el mejor ángulo de la foto. Con este tipo de gente al lado se puede quedar sin blanca.