No es la solución
Al día | fermín Bocos
Aunque sobran razones para salir al paso del Gobierno, no está el horno para huelgas generales. No es el momento. Ni lo será en septiembre porque según todos los pronósticos, para entonces, por desgracia, ni se habrá despejado la tormenta de desconfianza financiera que planea sobre España, ni habrán encontrado empleo los cuatro millones y medio de parados. Y esta es la cuestión de fondo. Porque siendo verdad que la reforma laboral que se apresta a decretar el Gobierno achica el espacio de los derechos los trabajadores, no es, como digo, el momento de tensar el músculo sindical porque nuestro país está siendo observado con lupa por nuestros socios comunitarios y de ellos depende el crédito que necesitan nuestras entidades financieras. Los sindicatos maniobran hacia la huelga más por necesidades de imagen que por convicción. Durante años, Zapatero ha cultivado la cercanía con los líderes sindicales de UGT y CC.OO. en la idea de que así se aseguraba el voto de lo que podríamos llamar la izquierda institucional. Méndez y Fernández Toxo se han dejado querer -y subvencionar- porque eso les facilitaba un lugar destacado en el retablo de la vida política y, de paso, compensaban la baja financiación procedente de las cuotas de los afiliados.
Ahora están atrapados entre el discurso que justifica su existencia -defensa de los derechos de los trabajadores- y la durísima campaña de descrédito que llueve sobre sus dirigentes y sus liberados por los años de compadreo con el Gobierno. Sin olvidar que el estrepitoso fracaso de la huelga de funcionarios les ha metido el pánico en el cuerpo. Por eso han reaccionado anunciando una huelga general, cuya convocatoria, a tres meses vista, de entrada, la priva ya de fuerza. ¿Por qué? Pues porque si el problema puede esperar tanto tiempo es un signo claro de que tiene otras soluciones que no pasan por la huelga.