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León

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¡Increíble! Prohibido dormir en el monte

Me llamo Máximo Nistal Blanco, tengo 70 años y hago montañismo desde siempre. Me lo inculcó mi padre y a mi padre el suyo y yo se lo he inculcado a mis tres hijos. Amo y respeto la naturaleza sobre todas las cosas. Por donde nosotros pasamos no dejamos rastro. Nos gusta hacer acampadas y vivac en lugares discretos, sin romper el paisaje y sin molestar a nadie, ni a los animales; no tenemos ninguna infracción. En estos últimos tiempos tengo los hijos desperdigados por toda España ¡y bien sabe Dios lo difícil que es juntarlos! Y nos gusta una vez al año, reunimos y hacer unos días de acampada o vivac, según las circunstancias y los diferentes lugares; hasta ahora sin ningún problema.

El motivo de mi indignación es que el día 24 íbamos a comenzar unos días de vivac por La Cabrera en la provincia de León, y cuál no sería nuestra sorpresa que aparecieron tres agentes medioambientales y nos informaron, de buenas maneras aunque tensos, que estaba prohibido hacer vivac en todos los montes públicos de Castilla y León, y que en ésta comarca no había lugares habilitados para hacerlo, por lo que si lo hacíamos nos tendrían que denunciar y avisar a la Guardia Civil, y nos registraron las mochilas ¿tienen autoridad para hacerlo? ¿qué buscan en la mochila de un montañero?. En resumidas cuentas tuvimos que marcharnos para casa, porque tampoco podíamos quedarnos a dormir en el coche, que según dichos agentes también estaba prohibido. Fue un día aciago, y en el que en plena democracia, más he visto coartada mi libertad.

¡Yo no podía creerlo y no salía de mi asombro! ¡Cómo es posible que exista una norma así! ¿Es ésta manera de fomentar a la juventud la afición y el amor a la naturaleza, al montañismo y al senderismo? ¿Así se educa en deportes sanos? ¿Qué pretenden que nuestros jóvenes se dediquen al botellón y a emborracharse todos los fines de semana? No entiendo esta norma y no comprendo cómo las federaciones de montañismo y senderismo no han protestado para que la deroguen. ¿A qué o a quién hacemos daño? ¿Por qué no nos dejan dormir al arrullo del manantial y a la brisa del atardecer?

¿Por qué no nos dejan despertar al cántico de los pájaros y cuando los primeros rayos de sol acarician nuestro rostro?

¿Por qué nos quieren privar de estar cara al cielo en una noche serena tachonada de estrellas, en la naturaleza, lo más cerca de Dios?.

Máximo Nistal. ASTORGA

¿Cuándo no más accidentes?

Quiero hacer referencia a un asunto relacionado con la carretera comarcal que une Veguellina de Órbigo con Estébanez de la Calzada. En éste mismo medio se publicó un artículo el pasado 12 de julio donde se dio a conocer el lamentable estado de carretera y las consecuencias graves que habían ocurrido, incluido el fallecimiento de una señora de Estébanez. Antes y después se habían repetido desgracias y se siguen repitiendo: la más reciente ocurrió la primera quincena del mes de junio. Fue grave, con desgracias personales pero al menos lo cuentan aunque las secuelas y el miedo ahí les queda.

Hay que decir, pues está en la boca de ambos vecindarios, que se pueden contar presuntamente 35 accidentes y que un 20 por ciento han sido muy graves.

Permítame a modo de recordatorio contarles textualmente lo que se publicó el 12 de agosto del pasado año en este mismo periódico: «La anchura de la calzada incluidos los `no arcenes´ porque no son tales, son insuficientes y presuntamente no cumplen las cotas que establece la ley de carreteras para su categoría de carretera comarcal». ¿Qué ingeniero que se precie pudo dar de paso que en ambos márgenes de la calzada, entre los dos tramos que divide, el también peligroso puente, estén estos cortados con pared de hormigón en vertical en ambos salientes con ausencia total que advierta el peligroso riesgo? Estas líneas son dirigidas a quien o a quienes corresponda velar por la seguridad y cuidado de las calzadas, que, «ya no son romanas». Reitero la confianza enviándoles (un guiño o un pellizco) para que no se repitan desgracias como los que he citado. Suplico a la Confederación, a la Diputación Provincial, al Ayuntamiento y a las dos Juntas Vecinales de ambas localidades, tomen cartas en el asunto, que alguno dé el primer paro, porque si no unos por otros la calzada con peligros. (La casa sin barrer).

Francisco Panero. León

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