Como niños
El rincón | manuel alcántara
Estamos en el epílogo de una victori a memorable y ojalá que en el prólogo de otra que nunca podremos olvidar. Se habla más de Puyol que de Ripoll. El primero es un león en la selva domesticada de los campos de fútbol y el otro aún no sabemos si es un zorro, un lagarto o una blanca paloma. El juez le imputó delitos de cohecho y fraude; el fiscal pidió para él prisión o fianza de 500.000 euros, pero ha quedado en libertad. Se deduce que el deporte, con todos sus factores de azar, es menos aleatorio que la política y los árbitros. Aunque se equivoquen, inspiran más confianza que los jueces, aunque hayan dejado de vestir de luto, como ellos, pero sin puñetas. Los griegos de la antigüedad, o sea, los que siguen siendo contemporáneos nuestros, constituían un país de hinchas, según Montanelli. Cuando llegaban las Olimpiadas suspendían las guerras. Lo primero es lo primero y ya habrá tiempo para matarse. Ahora los chinos han hecho un gran negocio. Hay más banderas que balcones, ya que el patriotismo se ha abaratado mucho. El único que lo lamenta es Carod-Rovira, que dice que acabará habiendo más banderas españolas que -˜senyeras-™. Que Dios le oiga, incluso después de la final. El fútbol quizá no haya logrado devolvernos a la infancia, pero nos ha infantilizado. Se habla del pulpo adivino y del ogro verde. Hay que tener una cierta dosis de candor, que no es sinónimo de ingenuidad, para que las diversiones nos aparten de las cuitas diarias. El fútbol nos ha hecho como niños. Yo estoy a punto de pedirle a mis nietas que me compren un álbum para pegar los cromos de nuestros futbo listas. Si ganan.