Diario de León
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Al día | carlos carnicero

En las hemerotecas queda para el recuerdo los intentos de crear «un campeón energético nacional» mediante la absorción de Endesa por Gas Natural, que acabó con el fiasco de que fuera una empresa estatal italiana la que se quedará con la primera eléctrica española. Entonces el presidente Zapatero se tiró a la piscina y se mojó por apostar por la empresa catalana sin tener en cuenta, incuso, las recomendaciones y resoluciones de la Unión Europea. El papel activo de Miguel Sebastián -entonces jefe de la oficina económica del presidente- en la sombra y de Zapatero a la intemperie fue de todo menos discreto. Una apuesta en la que Pascual Maragall puso todo su empeño cuando era presidente de la Generalitat. La actitud de apoyo a aquella apuesta catalana por Zapatero tampoco ha sido tenida en cuenta, porque a lo que se ve, los resultados tirantes de su relación con la Generalitat y con los partidos nacionalistas catalanes, a cuenta de la sentencia del Estatut, están a la vista.

Nada que ver aquella disposición a apoyar a Gas Natural con la neutralidad esgrimida cuando la Unión Europea ha condenado el bloqueo del Gobierno socialista portugués a la oferta realizada por la compañía Telefónica para adquirir la parte que la compañía portuguesa PT tiene en Vivo. ¿Por qué esa neutralidad de Zapatero en un asunto en el que las normas de la Unión Europea le permitían apoyar públicamente las pretensiones de Telefónica? Es cierto que la compañía que preside César Alierta no ha solicitado ni la intervención ni la ayuda del Gobierno de España y como le ha caracterizado en su brillante gestión, sus caminos han sido estrictamente profesionales y empresariales en esta ocasión a pesar de ser una opción estratégica para su posición en el descomunal mercado brasileño. El silencio de los partidos españoles en toda esta operación ha sido clamoroso.

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