Diario de León
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En el filo | julia navarro

Yo no sé usted, pero no tengo ni idea de cómo se puede cuadrar un círculo, pero puede que un día de éstos asistamos a ese espectáculo insólito de la mano del Gobierno. Y es que si después del encuentro entre el presidente del Gobierno y el de la Generalitat, nos dicen que el Gobierno va a desarrollar el Estatuto de Autonomía catalán recobrando el contenido recortado por el Tribunal Constitucional, es evidente que o hacen magia potagia, o sencillamente lo que dicen es un brindis al sol que no va a ir a ninguna parte, claro que también puede ser que se salten a la torera el fallo del Tribunal. Realmente, lo sorprendente es que algunos políticos hayan optado por la vía de la insumisión ante el Constitucional no aceptando su dictamen. Es decir, parece que las leyes y las resoluciones de los tribunales no son de obligado cumplimiento si afectan a cuestiones identitarias. Se puede entender la frustración de algunos políticos catalanes porque el TC no les haya avalado su estatuto en su literalidad, pero de ahí a pretender, como pretende José Montilla y otros políticos catalanes, que hay que cambiar las reglas del juego y transformar el Estado (algunos hablan de Estado federal), debería de haber un trecho que, al menos el Gobierno de España, no debería de recorrer. Sí, se dirá que las elecciones autonómicas catalanas son en otoño y que el Gobierno Zapatero no puede dejar a Montilla en la estacada y por tanto tiene que decir que va a poner en marcha vías para desandar el camino andado por el TC. Y esa actitud, a mi juicio, no es de recibo, porque es el Gobierno el que, en primer lugar, tiene que acatar y hacer acatar el fallo del Tribunal. Las reglas de juego son las que son y no se pueden cambiar cada vez que a alguien no le gustan o no se sienten beneficiados. Tenemos una Constitución con la que la gran mayoría de los ciudadanos nos sentimos cómodos. Naturalmente que es importante que las minorías también se sientan cómodas, pero en democracia la última palabra la tienen las mayorías. De manera que los políticos catalanes deberían de hacer un ejercicio de responsabilidad democrática aceptando el fallo y el Gobierno debería hacer otro tanto de lo mismo no insinuando que va a deshacer lo que ha dictaminado el Constitucional, a base de triquiñuelas jurídicas.

Otra cosa es que se plantee una reforma de la estructura del Estado, y que haya quienes pretendan que España se convierta en un Estado federal. Eso también lo tendría que decidir la mayoría, pero en todo caso un Estado federal nunca sería un Estado asimétrico donde Cataluña siempre tuviera un poco más que el resto de los estados. Pero en todo caso, aunque todos llegáramos a la conclusión de que es mejor un Estado federal, tendríamos que respetar la actual Constitución tal cual es, y tal cual la interpreta el Constitucional, hasta que se produjera, y concluyera, un proceso constituyente que diera lugar a una nueva organización del Estado. Lo que no me parece que sea muy ejemplarizante es que el Gobierno busque cómo dar la vuelta al fallo del Constitucional, eso, siento decirlo, es hacerse trampa en el solitario, y desde luego no es muy edificante. No sé como Zapatero y los suyos pretenden cuadrar el círculo pero me pongo en lo peor.

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