Diario de León
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La veleta | félix madero

Ahora que la voz áspera y agreste de Patti Smith enfría el verano de España record ándonos que es la gente la que tiene el verdadero poder (-˜People have the power-™). Ahora que un ser tan raro y milagroso como esta señora de 62 años se sube a un escenario y canta, y habla de poesía, y de Picasso. Ahora que la autora de Because the night -la canción que compuso con Bruce Springsteen- mueve su cuerpo cubierto con una camiseta de la selección española de fútbol, con el 9 de Torres a la espalda. Ahora, quizá sea el momento de reparar en la nación española. Se me concederá el mismo respeto que merecen quienes hacen bandera de la normalidad cuando demandan la catalana o la vasca. No tengo con ellos muchas diferencias. O sí, quizá una, que hablo de lo que hablo y no excluyo lo que no excluyo, o sea, nada. Llegados a este punto en el que vuelve a ponerse de moda hablar de patrias, naciones y emociones hagámoslo con calma. Ahora que sabemos aquello de que «es español el que no puede ser otra cosa». Ahora descubrimos -y nos ha costado-, que son españoles quienes libremente quieren serlo. La patria es el sitio en el que uno está bien. Pero para que eso pase han de suceder antes unas cuantas circunstancias que te hagan merecedor de vivir en una tierra que te haga sentir así. Ahora que confirmamos que fue una tontería aquello de Zapatero de que el concepto de nación española es algo discutido y discutible. Ahora que aprendemos en nuestros hijos a utilizar los símbolos que nos unen. Ahora que un balón de fútbol nos ha devuelto una bandera y descubre en nosotros una emoción compartida. Ahora que son españoles con camiseta y escudo inmigrantes de medio mundo. Es tiempo para sentir ese sentimiento: donde esté bien está mi patria. De nada estaríamos hablando si los fundamentos de la nación española penden de la habilidad de un chico de Albacete. Ese muchacho no sabía lo que estaba haciendo. Cuando se dio cuenta de la dimensión de las cosas necesitó soñar la historia al revés: que fue otro el que metió gol. No, no señor, es español quien gana el campeonato del mundo de fútbol, quien goza viéndolo y quien no, pero sabe que algo nuevo ha pasado. Dejémoslo ahí, en que algo nuevo ha pasado. Y que pase el tiempo. Ahora que Patti Smith, orgullosa diva de la modernidad y la transgresión, canta a los españoles con la camiseta de nuestra Selección, repare en esto. Siga mi consejo y abra un libro de Galdós, vaya a sus -˜Episodios-™ y déjese ir por el aire de la noche leyendo Trafalgar. Habla de nosotros. En su tiempo nadie jugaba al fútbol. Pero esto que yo trato de contarles ya estaba inventado. Pacien temente. Libremente. Y sin molestar a nadie. Cuestión de honra. Y de orgullo. Sin perdón

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