Un tranvía llamado deseo
El aullido | luis artigue
E l tranvía en celebradas ciudades como Ámsterdam y Viena es un tranquilo, plácido, transporte público que, sin restar efectividad, contribuye a hacer de esas urbes paraísos acústicos medioambientalmente menos contaminados de lo que acostumbran a estar las agavilladas, ruidosas e impuras metrópolis europeas. Más aún, en otras capitales como Lisboa el tranvía supone la mejor posibilidad de salvar distancias, cuestas, orografías, respetando el sabor antiguo de calles tan propicias para el encuentro lírico y las conspiraciones del azar. Y algo parecido puede decirse de San Francisco, joya acaso no tan nombrada como otros tumultos civilizados dentro de Estados Unidos, donde el tranvía es reclamo turístico y eterna referencia cinematográfica. El romántico tranvía se ha recuperado para el transporte limpio y el turismo cultural en modernas ciudades históricas en las que a cada paso el pasado compite con el presente como por ejemplo Sevilla, donde, tras aceradas protestas cuando se planificaron y empezaron las obras, ahora el tranvía pasa sin peligro junto a la Giralda siendo un éxito de crítica y público que cuenta incluso con un premio a la ejecución urbanamente bien integrada de tal obra. Y de hecho en las ciudades más vanguardistas del mundo como Tokio o Sidney ya el tranvía se aúna con el tren para formar parte de su modernidad, y su abarcable inmensidad.
En efecto el transporte público en sí es modernidad, y un reclamo para la economía y el turismo porque nos saca de la incomunicación, nos conecta y nos abre. Y aunque parece ser ya una característica de León la resistencia a los cambios y a la modernidad, puesto que nuestro futuro depende en buena medida de que nos desarrollemos en mayor grado económica y turístic amente, parece innegable que necesitamos, no sólo para avanzar sino para sobrevivir, más posibilidades de transporte: necesitamos más y mejores carreteras, más autopistas, el AVE, nuestro aeropuerto implementado y hasta que hagan el Bernesga navegable para que en León se vaya y se venga sin parar... Estar conectados es la modernidad...
Ahora que la tecnología ha avanzado tanto que los tranvías tienen la catenaria bajo el suelo y no necesitan una antiestética red de cableado superior el tranvía es una solución logística para el trasporte colectivo por la que se apuestan cada vez en más ciudades con atmósfera. Posee el encanto del pasado y la mediomambiental efectividad del futuro. Y aunque aquí aunar voluntades y opiniones nunca es fácil, desde luego ha de hacerse con sumo rigor burocrático y urbanístico, respetando los procedimientos y la hermosa identidad arquitectónica de nuestra ciudad en la mayor medida posible, pero sin atenazante miedo a la modernidad y los cambios que ésta engendra. El tranvía da una perspectiva distinta, singular, me tafórica, del interior de las ciudades-¦ Recuerdo, al escribir, aquel poema: «la vida, como un viaje en tranvía,/ consiste /en ir emocionado de estación en estación» .