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León

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Tribuna | Joaquín Cuevas Aller

Todos los domingos leo con verdadero placer la página del XL Semanal , escrita por don Arturo Pérez Reverte, que entrega el Diario de León. Sin embargo, en el número 1.185 de dicha revista, correspondiente al 11 de junio, me he llevado una desagradable sorpresa. Acostumbrado a gozar con su estilo ágil, desenfadado y bien documentado, me encuentro con un artículo descaradamente contaminado que lleva por título La carga de los tres Reyes.

Don Arturo Pérez R everte hace referencia a la batalla de las Navas de Tolosa del año 1212 en plena Reconquista. En dicho artículo eleva al Rey Alfonso VIII de Castilla (me gustaría saber quienes fueron los siete primeros Alfonsos de Castilla) hasta la más alta cima de la gloria. Incluye detalles de la batalla que demuestran las fantasías tradicionales de la Historia de España. Cuenta don Arturo que Alfonso VIII consiguió reunir un ejército de unos 27.000 hombres entre los que se encontraban algunos voluntarios franceses, 200 jinetes navarros y unos 8.500 soldados catalanes y aragoneses. El resto eran castellanos (unos 18.000). Cuenta don Arturo que los almohades musulmanes eran unos 60.000 guerreros. Gracias a la victoria de las tropas cristianas, Alfonso VIII de Castilla evitó que España y también Europa fueran invadidas y reconquistadas para el Islam. Ahí es nada. Y, siguiendo la ya vieja tradición antileonesa, dice que Alfonso IX de León (me gustaría saber quien fue Alfonso VIII de León) atacó al castellano por la espalda y, después dice que se quedó en casa.

Permítame don Arturo que le refresque la memoria. La batalla de las Navas de Tolosa ha sido considerada como la gran batalla de la Reconquista. El primero que describió esa batalla fue Rodrigo Jiménez de Rada, presente en la contienda, que dijo que murieron 200.000 musulmanes y 25.000 cristianos. El segundo cronista fue el propio Alfonso VIII que envió al Papa Inocencio III las siguientes cifras: 185.000 cautivos a caballo y más de 100.000 musulmanes muertos. Del ejército del señor, murieron sólo 25 ó 30 (se supone que quiso decir miles). Sin comentarios

La batalla de las Navas de Tolosa, tal como la cuentan los historiadores, es la auténtica alteración de la verdad de la Historia. Hubo otras victorias más importantes y también derrotas. Las cifras antes citadas demuestran la manipulación de la Historia. Si las crónicas fueran ciertas, no habría quedado ni un almohade vivo. Sin embargo, la realidad es bien diferente. Pero, ¿cuáles fueron las consecuencias de la victoria? Después de las Navas de Tolosa, Alfonso VIII, creyéndose el rey de todo el mundo, un rey invencible, quiso recoger el fruto de la victoria, reconquistando territorio enemigo. Ya, sin la ayuda de los aliados, se adentró en territorio musulmán y cercó la ciudad de Baeza. Se suponía que no habría defensores, pues habrían muerto todos en las Navas. Asaltó la ciudad y allí murieron miles de soldados castellanos, viéndose obligado Alfonso VIII a retirarse.

Mire don Arturo, Alfonso VIII, tan alabado por usted y por la inmensa mayoría de los historiadores, fue el rey castellano más nefasto de la Historia. Dos veces se enfrentó a los musulmanes y las dos veces terminaron en derrotas, las más humillantes de la Reconquista. Casi nadie habla de la batalla de Alarcos una batalla que los historiadores árabes narran perfectamente y según los cronistas cristianos de la época, murieron más de 20.000 soldados castellanos. La otra derrota fue la citada antes a las puertas de Baeza. La única batalla que ganó Alfonso VIII fue la de las Navas de Tolosa, gracias a las ayudas de muchos aliados.

En cuanto a la referencia al Rey Alfonso IX de León, merece una consideración especial. El rey castellano había enviado una carta, pidiendo la ayuda a Alfonso IX de León. Éste había convocado el año 1188 el primer parlamento democrático del mundo en el que tuvo cedió parte de su poder absoluto. Entre otras cosas cedió el poder declarar una guerra. Cuando recibió la carta, Alfonso IX convocó las Cortes Leonesas, como era su obligación, para tratar el tema. Los diputados, capitaneados por Don Pedro Fernández, aconsejaron a Alfonso IX que condicionase su ayuda y así respondió al rey de Castilla: que acudiría gustoso si le devolvía los castillos y plazas que indebidamente retenía en su poder, unas plazas que había prometido devolver en el Tratado de Paz de Tordehumos, promovido por el Papa Celestino III, con la presencia y la firma de su representante Alfonso VIII no se dignó ni de contestar. Así lo cuenta el Tudense, cronista de la época.

Sin embargo sí acudieron muchos leoneses, asturianos y gallegos en ayuda de Alfonso VIII Las tropas leonesas, en número importante, fueron capitaneadas por el infante Don Sancho, hermano de Alfonso IX, quien luchó en primera fila junto a Don Diego López de Haro. Otros muchos leoneses fueron por propia iniciativa y se pusieron a las órdenes de los Reyes de Navarra y Aragón

Dice también don Arturo que Alfonso IX de León atacó por la espalda. La verdad es que el Rey de León aprovechó la marcha de las tropas castellanas a la batalla para recuperar las plazas que retenía el rey castellano y evitar derramamiento de sangre. En ningún momento el Rey leonés se introdujo en territorio castellano.

Es costumbre muy antigua denigrar a todos los Reyes de León y muy especialmente al Rey Alfonso IX. Mire, don Arturo: Alfonso IX fue el Rey más importante de toda la Edad Media. He aquí algunas de las pruebas rigurosamente históricas: Alfonso IX convocó, como dije anteriormente, las primeras cortes democráticas de Europa, concretamente el año 1188 en San Isidoro de León. Alfonso IX construyó la Universidad de Salamanca, la primera de España (algunos dicen que fue Palencia, que no pasó de Estudio Mayor); Alfonso IX reconquistó, sin ayuda de otros reinos españoles, el Reino de Badajoz, hoy Extremadura. En toda la Reconquista no hay otro rey con un palmarés tan elevado. Pero, si todo esto fuera poco, Alfonso IX fue además uno de los mejores administradores de todos los monarcas medievales. Concedió infinidad de fueros a poblaciones de Galicia, Asturias, Extremadura y León para una mejor organización de desarrollo económico y humano del Reino. A Alfonso IX sólo se le puede poner un pero: no haber sido un rey castellano, algo imperdonable. Don Arturo, perdone mi atrevimiento, seguiré leyendo sus artículos con el placer de siempre. Sólo le pido que, cuando escriba sobre Historia medieval, escoja mejor sus fuentes de información, que sean auténticas, no hay muchas, pero haylas.