Con cien cañones por banda
Historias del Reino MARGARITA TORRES
Tal cual ayer, leía con preocupación la amarga queja respecto a las prácticas de la SGAE de Montserrat Caballé, nuestra gran soprano internacional. Procedían de un periódico astur, al otro lado de la Cantábrica, y llegaban a mis manos recientitas. Porque, como ha venido anunciando durante semanas Diario de León, la Caballé ofrecía un recital en Gijón junto a su hija. Pues bien, cansada de tanta sandez, la Montse se despachó a gusto a propósito de las prácticas de nuestra Sociedad General más famosa: la SGAE. Explicaba la diva que fuera de nuestro país gusta de incorporar a veces una selección de zarzuela a su repertorio, pero que en ocasiones los impuestos de la SGAE, al tratarse de autores españoles, son tan elevados que prescinde de pasar por estas horcas caudinas. Le ocurrió en el Carnegie Hall de Nueva York, igual que a otros maestros de la lírica hispana en Viena, en Berlín, etc. Vamos, que según la Montserrat, salvo José Luis Moreno o Torrente (este último es de mi propia cosecha), aquí cualquiera que desee oír «Luisa Fernanda», acabará por escuchar cómo su cuenta corriente se convierte en La Dolorosa por culpa de Los Gavilanes , que prefieren jugar con nuestros dineros y aficiones a La Revoltosa .
Y mientras tal discurría con pena, no pude por menos de pensar en las peluquerías, bares, cafeterías, restaurantes, chiringuitos de playa o en los reproductores y radios que enganchamos a la oreja para deleitarnos con las notas armónicas de una guitarra o un gorgorito en castellano y hube de reconocer, avergonzada, que a los ojos de estos alegres compadres todos caminamos sobre la cuerda floja del delito intelectual. Somos carne de penal. Sin embargo, aquel que aquí y acullá, pincelada sinfónica arriba o abajo arregla la composición de otro, puede disfrutar del trabajo ajeno, so excusa de interpretar o renovar talento. Ese no hace caja, pero el que disfruta libre cual pajarito de Ana Torroja o Alejandro Sanz debe pagar su penitencia. Así que no me extraña que la peña prefiera colgarse de Lady Gaga o del marchoso Waka Waka de Shakira.
Contestaron los amables chicos de la SGAE a la Caballé que nunca habían recibido quejas acerca de la pasta gansa a pagar por alquiler de materiales, léase de partituras, en el extranjero. Todo lo más, agradecimiento y felicitaciones. Ya os vale-¦ Hasta Ramoncín, siempre a la última desde el Pollo Frito que le llevó a compartir trono en el elenco de nombres del Parnaso español de las artes, hasta él mismo él, reniega de su pasado como paladín del canon digital de la SGAE. El ahora ex directivo se siente incomprendido, snif, snif. Pero su incomprensión a causa de ser rebelde porque el mundo le hizo así, nos ha conducido a despropósitos como cobrarles a los pueblos por sus verbenas al son de pasodoble español, o a que penquen más de 30.000 euros Fuenteovejuna y Zalamea, universalizadas por Lope de Vega, por representar El alcalde de Zalamea . Y digo yo, ¿quién se embolsa la pasta de Lope? ¿Y la de Quevedo? ¿Zorrilla? ¿Espronceda? ¿Don Juan Manuel? ¿El arcipreste de Hita? Será cuestión de rastrear ancestros, a ver si alguno nos toca en gracia y allá que vamos a trincar derechos en calidad de descendientes. Ya saben: «Con cien cañones por banda-¦». ¡Uy, que me cobran!