Una indecencia

Jueves al mediodía: en plena jornada laborable, 16.000 liberados sindicales llegados de todas partes se reunían Madrid para celebrar un acto de protesta contra la reforma laboral y llamar a la huelga. Mientras el resto de los asalariados del país trabajaba o consumía su desempleo buscando trabajo, el mismo día, el Foro Económico Mundial anunciaba que España ha perdido en un solo año nueve posiciones en el ránking de competitividad, hasta el puesto 42, por detrás de Puerto Rico y por delante de Barbados, entre otras razones porque nuestro país ocupa el lugar ¡130! en flexibilidad laboral. El alarde es, como mínimo, una indecencia. Los sindicatos están parasitando la política e impidiendo la conquista de la productividad. La huelga es una burla a los casi cinco millones de desempleados.