Diario de León
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Burro amenazado pancho purroy

Millones de aves vuelan en estas fechas de fin de verano a invernar a África, destino de una migración que, en su esfuerzo, debe cruzar el Mar Mediterráneo y el desolado desierto del Sahara. En los sotos fluviales y en los jardines, campos y ciudades se aprecia la desaparición de especies que criaban en verano. Uno de los más precoces en irse, en la primera semana de agosto fue el vencejo común, del que en España y sus islas anida un contingente de alrededor de 32 millones de aves. Súmenle las crías vencejiles y se darán cuenta de por qué, en julio, había carruseles continuos, gritones de estas aves ciudadanas revolando sobre los cascos urbanos y los pueblos, con sus alas de guadaña y negro plumaje, pero, ahora, su búsqueda de hormigas aladas y pulgones la protagonizan sobre la selva de los gorilas , hipopótamos y elefantes. Del orden de unos 120 millones de ejemplares de estas especies llamadas estivales, que crían aquí e invernan en la negritud (Nigeria, Senegal, Ghana, Malí, República Centroafricana, Costa de Marfil, Sierra Leona, Liberia, Camerún y países del Golfo de Guinea), acompañados de su crianza se marchan a ese territorio, al que llegan en temporada de seca ayudados por los vientos alisios que les empujan de cola. Muy pocos son granívoros, solo la codorniz, la tórtola y el escribano hortelano. La mayoría son insectívoros, bien de insectos aéreos (vencejo común, golondrina, avión común, golondrina dáurica y abejaruco), de insectos del suelo, a veces logrados desde posaderos, (carraca, abubilla, collalba gris y rubia, bisbita campestre, papamoscas gris y cerrojillo) o de insectos capturados sobre la vegetación, caso de las currucas -”mosquitera, zarcera, carrasqueña, tomillera y mirlona-”o del conocido y canoro ruiseñor común, del que crían más de 10 millones de ejemplares en nuestro país, todos nidificantes del matorral y del sotobosque, sin olvidarnos del zarcero común, abundante en su atuendo limón y la dorada oropéndola.

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