Diario de León

¿Es creíble la «tregua» de ETA?

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Tribuna | RICARDO MAGAZ

Profesor de Fenomenología Criminal de la UNED. Escritor

En España el terrorismo nacional está operativo hace décadas a través de ETA y Grapo, fundamentalmente, después de que grupos como los Comandos Autónomos Anticapitalistas, el Exército Guerrilheiro do povo Galego Ceive, Terra Lliure, el MPAIAC canario o los GAL desaparecieran de la escena luctuosa del país.

Desde 1958, año de su fundación, ETA ha ocasionado cerca de un millar de víctimas. Si nos circunscribimos al análisis de los acontecimientos de calado táctico más reciente, la banda etarra autoproclamó en marzo de 2006 un «alto el fuego permanente» que abandonó en diciembre de ese mismo año con el atentado en la terminal T-4 del aeropuerto de Madrid-Barajas, en el que murieron dos personas por el estallido de un coche bomba. A la postre, la «interrupción» de las acciones terroristas se reveló como un artificio-trampa de «hibernación» falsa y coyuntural, con el objeto de reorganizarse.

A partir de ese periodo la banda trató de mantener cierta capacidad logística para causar dolor entre la ciudadanía, aunque su infraestructura prosiguió debilitándose por la presión policial y los servicios de inteligencia, así como los comandos desarticulados y las detenciones practicadas. La reforma de la ley de partidos y la inclusión de las organizaciones satélites de la banda en los listados oficiales de grupos terroristas de la Posición Común 2007/871 de la Unión Europea y de la Secretaría de Estado de EE.UU., supuso, sin duda, un avance esencial en la lucha antiterrorista y en la desactivación de las franquicias etarras que, con apariencia de formaciones políticas legales, servían de tapadera civil y financiera. En los últimos tiempos se han ido detectado numerosas rupturas de presos, activistas y proetarras con el llamado «contrato psicológico» que les mantenía vinculados a la banda. El pasado cinco de septiembre, y después de haber asesinado a doce personas desde el «parón» de marzo de 2006, ETA anunció mediante un video remitido a la BBC británica, con el propósito de «internacionalizar» el lance, otro ambiguo «alto el fuego», declarando que no llevará a cabo «acciones armadas ofensivas», pero sin descartar tareas de «aprovisionamiento», o lo que es lo mismo, la extorsión del llamado «impuesto revolucionario», el robo de explosivos, armas y vehículos y un largo etcétera de prácticas punibles para abastecerse de recursos.

Así las cosas, si se tiene en cuenta la singladura de la organización criminal, que desde 1981 ha proclamado en once ocasiones el «cese» de sus atentados y otros actos delictivos, el escepticismo primero y la incredulidad luego es el análisis que, sin duda, requiere este nuevo planteamiento estratégico de la banda. La necesidad etarra de rearmarse ante la debilidad estructural que padece y la cercanía del proceso electoral de 2011, en el que sus franquicias están proscritas, lleva, en rigor, a este aciago diagnóstico. En semejante contexto no hay materia para más cavilaciones. Sinceramente. Cedant arma togae.

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