Diario de León
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Al día | carmen tomás

Todo el mundo sabe que el éxito de u na huelga pasa por paralizar los transportes. Como decían algunos colegas aislar el país por tierra, mar y aire. Y eso es lo que quieren UGT y Comisiones Obreras el 29 de septiembre. Lo han demostrado con la exigencia de servicios mínimos presentada a Fomento. Además, no es del todo verdad que fueran consagrados en la última huelga realizada al Gobierno de José María Aznar también a propósito de una reforma laboral que consiguieron congelar.

Los sindicatos, llamados mayoritarios, necesitan que esta huelga triunfe, aunque sea impidiendo que los trabajadores que quieran puedan acudir a sus puestos de trabajo. Como sea tiene que ser un éxito aún a costa de coartar la libertad de millones de ciudadanos. Ya lo ha dicho algún sindicalista, no nos hacemos responsables de lo que pueda pasar. Verde y con asas. Y es que UGT y Comisiones Obreras han sido cómplices del Gobierno en la deriva de la crisis económica, en la negación de la misma y en la paralización del Gobierno incapaz de tomar medidas. Esta actitud le ha costado a los sindicatos no sólo afiliación sino simpatías. El silencio cómplice les ha granjeado una desafección social que van a pagar caro. De ahí que se haya puesto encima de la mesa su financiación, su falta de transparencia a la hora de hacer público tanto el número de afiliados como el de liberados. Y ha sido así no porque la prensa esté de campaña o porque ciertos periodistas hayamos puesto el tema sobre la mesa o la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre. No se quieren enterar, o sí, que ambos sindicatos se financian con dinero público, mediante los presupuestos y sobre todo por partidas de todo tipo que nada tienen que ver con la acción sindical. Por ejemplo, cursos de formación o estudios sobre la memoria histórica y otras gaitas. Méndez y Toxo no se enteran de que sus sindicatos son del pasado, sus ideas rancias y acabadas y que su discurso no va con los tiempos.

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