Colección privada

El rincón | manuel alcántara

Lo s nazis tenían muy malos instintos, pero no siempre tuvieron mal gusto artístico. Una nueva base de datos on-line permite seguir la pista a su expolio. Robaron cuarenta cuatros de Picasso, uno de Juan Gris, otro de Dalí y otro de Miró. Ni un crítico de arte, aunque sea de esos que omiten los verbos para que no se sepa bien lo que dicen, lo hubiera dicho mejor. Quizá no hubiera leído más libro que «Mein Kampf», pero estaban al tanto de las cotizaciones de bolsa. No se equivocaron los ladrones armados. Si quien tiene un cuadro de Picasso tiene un tesoro, no digamos el que tiene cuarenta. Lo malo es que no se sabe dónde está el pleno del botín.

Mi paisano era de verdad un genio, o sea alguien que tenía capacidad sobrada para hacer lo que no puede hacer una persona de talento. Ahora se le llama genial lo mismo a un centrocampista que acierta a pasar el balón a un compañero que a un cocinero diestro en desconstruir un huevo frito. Picasso pintaba como respiraba y además tuvo una larga vida, tan larga que algunos sospecharon que además de inmortal era inmorible. Qué envidia debió sentir su mano izquierda de su mano derecha, cuando estaban cruzadas sobre el pecho. Una era la autora de muchos milagros y la otra fue sólo un testigo presencial. No es temerario presagiar los falsos hallazgos. Así como lo más curioso de los milagros es que ocurren, lo más extraño de los tesoros ocultos es que no son ocultables. En lo que se sigue llamando -˜arte moderno-™, a pesar del tiempo que lleva llamándose así parece que cabe todo, pero a pesar de su edad no es siempre respetable. Si alguien se atreve a decirlo, como Vargas Llosa, que se permitió opinar que un tiburón en formol quizá no sea exactamente una obra de arte, se llama -˜reaccionario-™. Ojalá se encuentren los lienzos mangados. Comprobaremos que Picasso sigue siendo el más contemporá neo de todos. De los vivos y de los vivales.