Diario de León

El rescate de Mina San José, un hito técnico

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León

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Tribuna | José Camino

Profesor de Tecnología de Sondeos. Escuela

S. T. de Ingenieros de Minas. Universidad de León

Todo el mundo ha estado pendiente de la dramática situación en la que se encontraban los 33 mineros atrapados, sin salida, en una mina de cobre de Chile, desde el pasado 5 de agosto, y con mayor motivo los que, de una u otra forma, estamos en el sector de la minería.

Ha sido una situación angustiosa desde el primer momento, sin saber si estaban vivos o no. Se presenta otra situación esperanzadora al establecer el primer contacto, a través de un sondeo de unos 680 m, y saber que «Estamos bien en el refugio. Los 33». Pero ya habían pasado casi dos semanas y ahora se trataba de buscar la manera de rescatarlos, y-¦ lo antes posible.

Hay que reconocer que la situación no era nada fácil, ya que dada la gran profundidad de la zona en que se encontraban era muy poco viable plantear un nuevo pozo o rampa de acceso que enlazara con las labores mineras que seguían en pie en el fondo, dado que eso demoraría varios meses el rescate.

También hay que reconocer los grandes esfuerzos que desde el primer momento pusieron en marcha los técnicos y la colaboración de las autoridades, locales, nacionales e internacionales. Y ese esfuerzo se ha mantenido sin descanso hasta alcanzar el feliz desenlace del rescate de los 33, el 13 de octubre, al cabo de 69 días.

En primer lugar aparte de la posibilidad, poco viable, de una labor minera de acceso, se siguió con la opción, muy acertada a la vista del resultado exitoso, de utilizar los sondeos: Primero de pequeño diámetro (entre 150 y 250 mm), que eran más fáciles y rápidos de ejecutar y que servían para facilitarles ventilación, alimentos y enlaces de comunicación. Y después, utilizando alguno de esos sondeos como piloto, ensancharlo en una segunda pasada, con un trépano de mayor diámetro, hasta alcanzar la sección mínima que permitiera desplazar una capsula o jaula en la pudieran ser rescatados los mineros. Esta sección mínima es del orden de 600 mm, o 24 pulgadas en unidades anglosajonas.

Estas máquinas que se conocen como tecnología Raise Boring, son utilizadas desde hace años para ejecutar pozos verticales o de gran inclinación, hasta de 6 m de diámetro, en varias pasadas, a partir siempre de un primer sondeo piloto de reducido diámetro. Se ejecutan sondeos frecuentes del orden de 100 a 300 m, pero no es nada normal llegar a más de 600 m como en este caso, y menos aún para evacuar personal a través de ellos. Este caso marca un hito especial en la aplicación de la tecnología de sondeos a la minería.

Pueden ejecutarse de arriba hacia abajo o viceversa, siempre que haya acceso en los dos extremos, por eje mplo entre dos plantas de una mina o entre una planta y la superficie. Sirven para diversas funciones: ventilación, segunda salida (equipadas con escalera u otro mecanismo), como tolvas de almacenamiento, etc.

Pero, en este caso, es evidente que no había acceso al extremo inferior y ello obligó a realizar la segunda fase de ensanche o escariado desde el exterior, si bien el material triturado o detritus, que genera la perforación, iba cayendo al fondo por el taladro piloto. De ahí que los mineros atrapados tuvieron que ayudar a retirarlo, hasta alguna zona próxima en las galerías o cámaras, a medida que iba cayendo conforme avanzaba la perforación definitiva. Creo que este aspecto fue además positivo porque les hacía participar en las labores de rescate, y les serviría de distracción en la larga espera.

Dado que la ejecución de un sondeo no sólo depende de la máquina utilizada y el personal que la maneja, sino que influyen decisivamente los terrenos atravesados en cuanto a su calidad y estabilidad que permitan mantener el taladro, sin que se hunda, se plantearon planes alternativos (soluciones alternativas B y C), ejecutando otros sondeos simultáneos desde otros emplazamientos, para el caso hipotético de fracaso en el primero.

Es evidente que han tenido que intervenir buenos técnicos en topografía para emplazar y enfocar las perforadoras en la dirección adecuada, buenos técnicos y operadores en sondeos para realizarlos con seguridad y rapidez, gestionando la adquisición de las máquinas, algunas desde países lejanos, adecuadas al objetivo, en especial para la segunda fase, que permitiera el diámetro definitivo. Además han sabido gestionar y coordinar la ayuda especial de técnicos conocedores de las formas de proceder en situaciones tan especiales, en lo relativo a control psicológico, alimentación, etcétera.

Cabe preguntarse si un incidente de este tipo puede producirse en nuestras minas. La respuesta es que es muy poco probable, al menos en esas dimensiones, ya que todas las minas subterráneas deben disp oner, por legislación, de al menos dos salidas independientes, y es frecuente que dispongan de más aún, dependiendo de las características particulares de cada mina. Además estos acce sos principales deben estar especialmente protegidos con los precisamente denominados macizos de protección, que se conservarán en virgen, de forma que no se vean afectados por explotaciones propias o ajenas.

Estos macizos de protección deben dimensionarse con suficiente margen de seguridad para que sean estables, y las labores que los atraviesan (pozos o rampas) deben reforzarse, si la calidad del terreno lo exige, con el adecuado sostenimiento (cuadros metálicos, bulones, hormigón proyectado, hormigón armado, etcétera).

Desconocemos desde aquí cuál fue la causa del tremendo hundimiento que afectó tanto al pozo vertical como a la rampa de acceso al inter ior, pero pudiera ser debido a un escaso coeficiente de seguridad en el dimensionamiento de ese macizo de protección, o a que no fue respetado como tal. No obstante se deberá esperar al dictamen oficial de las autoridades mineras sobre las causas del colapso. A la vista del mismo se deberán revisar y controlar las dimensiones, características y circunstancias en las minas de condiciones similares.

En España no se conoce ningún caso semejante, en cambio sí se han producido hundimientos locales de galerías o pozos (quiebras) en las minas de carbón, pero la solución en la mayor parte de los casos era cuestión de horas y muchas veces sin llegar a cortar por completo el paso.

En fin, es elogiable toda la gestión realizada que condujo al final feliz deseado, de este grave suceso. Debemos transmitir nuestra enhorabuena a todo el equipo que ha intervenido en tan difícil y alargada operación de recate, y enhorabuena especial a los mineros rescatados después de tan difícil tra nce. Deseamos y confiamos en que, tanto para los supervivientes como para el resto de sus compañeros afectados por el hundimiento se dispongan alternativas o medidas sociales que les permitan seguir ganándose la v ida, como continuación de la solidaridad y eficacia demostradas en el rescate.

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