Poner puertas al campo

Papá, ¿por qué quieren poner una puerta a este campo tan bonito?» -preguntó la niña con una sonrisa, los ojitos llenos de luz, divina ingenuidad-. Su cercano progenitor nubló el semblante, aunque suavemente respondió: -Porque lo han comprado y ahora no quieren que los demás entren ahí, o quien pueda hacerlo tendrá que ser uno de sus amigos... O habrá que pagar para entrar. Entonces, mientras la muchachita se arrojaba hacia las hierbas para coger alguna linda y otoñal seta, antes de que se lo prohibieran, él recordó la noticia del periódico sobre la resolución acerca del canon digital que el tribunal de la Unión Europea había dictado.

Empiezan, se dijo, a poner coto a la indiscriminada recaudación de impuestos que el gobierno hispánico ha propiciado. Con tal de cobrar, todo lo ponen más caro: el agua y la electricidad, los programas informáticos, los ordenadores, los aparatos de reproducción... Es como si nos pusieran una tasa en el sexo por su utilización. Cada vez que uno hiciese el amor... a pagar. Sin embargo, los expertos empiezan a advertir que el abuso sobre la propiedad intelectual, sobre los derechos de autor o las patentes es lo que está frenando la economía, pues la humanidad ha ido avanzando copiando lo bueno de unas civilizaciones a otras. Si no se da algo al inventor, se eliminan los incentivos para la investigación, pero si se exceden en ellos, de poco sirve el hallazgo, pues no permiten utilizarlo. La persecución de las ideas, de lo inmaterial, está creando una nueva Inquisición que busca las herejías de los que imitan las soluciones de otros. Olvidan que durante milenios hubo artistas sin que se preocuparan de que les copiaran o no. Seguirá habiendo arte aunque no ganen tanto los que con el sistema de leyes actual lo usan para enriquecerse. Subvenciones a las mafias de productores y persecuciones a los que miran sin pagar. Por mirones.

Ya no importa el mundo que produce minerales o comida, pues las materias primas se reinventan en laboratorios e invernaderos. El mundo va transmutándose en el reino de lo etéreo, donde habitan los fantasmas, como imágenes de cine que ahora habitan los programas escondidos de los ordenadores, los mismos que ahora nos permiten tener luz, calor, comer, movernos, escribir o leer este artículo. Lo que ahora vale no se ve apenas, son programaciones informáticas, fórmulas matemáticas en las que se traducen lo que los creadores inventan, arte, ciencias o ingenios mecánicos, tal vez también químicos.

La química que impera ahora es la electrónica, el rozamiento erótico de los electrones, y así también circula el dinero, de Nueva York a Londres y a Tokio. Las guerras del futuro pueden ser por intangibles, como antaño fueron el honor o las banderas. Por quimeras morirán los seres humanos, tal vez simples imaginaciones del buen Dios, como pensaba Berkeley, el gran filósofo. La niña ya no preguntaba, copiaba su postura y triste miraba al campo al que ya no iba a poder entrar dentro de poco. ¿También iban a poner puertas en el cielo para cobrar la entrada los malvados?