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León

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Cuando contemplé -desde el salón de mi casa- al Papa Benedicto XVI posar su mano sobre la Puerta del Padre Nuestro, genialmente diseñada y esculpida por Subirachs, irrumpió de mi memoria la visita que éste hizo a León, en 2002, y en la que fui su cicerone. A través de ambos creadores catalanes, nuestra tierra está conectada con La Sagrada Familia. El arquitecto nos dejó dos jirones de su genio: Botines y el Palacio Episcopal de Astorga; el escultor barcelonés creó en su juventud las maravillosas esculturas del Santuario de la Virgen del Camino, así como diversos elementos interiores y exteriores del edificio, y años después realizaría su mejor trabajo en la -desde el domingo- nueva basílica catalana, retomando hallazgos plasmados primero aquí.

Subirachs es un agnóstico, o así se definió cuando hablamos de ello en su taller de Barcelona; Gaudí era un creyente de comunión diaria. Tanto para el arquitecto como para el escultor, el arte es misión y no sólo estética. «San José terminará la obra», repetía Gaudí ante cada nueva dificultad de financiación en La Sagrada Familia, y no debieron de ser pocas. Por cierto, hubo muchos josés en el acto de consagración, de todas las ideologías y condiciones. El nombre de pila de Ratzinger es Joseph; Josep María el de Subirach; también se llaman así Montilla y Carod Rovira (este último tenía que hacerse perdonar aquella lamentable fotografía en la que posaba desternillado con una corona de espinas, en Jerusalén), y Bono; en fin, muchos. Aunque no tengo vocación de cabo furriel y no soy quién para pasar lista, y menos en un acto religioso, sí creo que debió haber asistido el presidente del Gobierno; sin demonizarlo por ello, a mi entender, Rodríguez Zapatero se equivocó, y no porque también se llame José.

Asimismo, recordé el día que fui a recoger a Milagros el retrato que Vela Zanetti, otro José, realizó de Gaudí, para que presidiera el consejo de administración de Caja España, en Botines. Semanas después me dijo: «Este retrato me ha ganado en lo profesional, en lo personal y, lo que ya me tiene más preocupado, en lo espiritual». A través del arte, León se ha hermanado con Cataluña. Pero, ay, aún quedan algunos siglos para que quien esto escribe se haga del Barça.

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