Pacto educativo: Gabilondo no tira la toalla

El ministro de Educación, Ángel Gabilondo, abandon ó ayer León, no sin antes insistir en lo que, ya más que un objetivo prioritario, es casi una obsesión: alcanzar un amplio pacto educativo que proporcione estabilidad normativa al sistema educativo español. Una estabilidad que es la auténtica asignatura pendiente después de una sucesión de cambiantes leyes orgánicas cuyo fruto más visible ha sido cosechar un fracaso escolar que está entre los más altos de Europa. El penúltimo intento se vino abajo en mayo pasado cuando el PP se desmarcó abiertamente de un consenso creciente malogrando ese objetivo. Cuestiones como la estructura del Estado y el conflicto de las lenguas -uno de los caballos de batalla de los populares- se convirtieron en auténticos murallones que impidieron ir más allá. Pese a todo, demostrando un optimismo inquebrantable, el ministro no tira la toalla y prefiere poner el acento en aquellas cuestiones en las que se ha producido un acuerdo, que son la mayoría. Es ciertamente difícil desmarcarse de un objetivo tan sensato como es armonizar un gran acuerdo político sobre la educación; algo que reclama la sociedad entera. De ahí la responsabilidad del PP y de cuantos tienen la obligación de anteponer los objetivos esenciales de una sociedad a sus estra tegias políticas.