Sin cartero, sin cura... sin farmacia

La propuesta del Colegio de Farmacéuticos de eliminar las guardias nocturnas en las zona s rurales está sustentada en argumentos de peso pero, al mismo tiempo, pone de relieve, una vez más, la creciente precariedad en la que se ven obligados a desenvolverse los vecinos de muchos pueblos. El proceso, que parece imparable, de despoblación que afecta a amplias áreas de la provincia ha convertido en auténticos «resistentes» a estos ciudadanos que tienen derecho a disfrutar de los mismos servicios básicos que el resto aunque la realidad viene siendo otra bastante diferente. Ahí está, por poner algún ejemplo, la progresiva eliminación de los carteros rurales que cumplían -y cumplen aún- una función social que iba más allá de lo que exigía su cometido, o la reducción al mínimo de los servicios religiosos, tanto por la escasa «clientela» como por la drástica disminución en el número de los sacerdotes, obligados a cubrir áreas muy extensas que a veces suman más de veinte pueblos. Volviendo a las farmacias, es evidente que mantener las guardias nocturnas representa un coste difícilmente asumible pero lo deseable sería encontrar una solución que fuera tan lesiva para los pueblos. Que compartan las guardias el resto de farmacias que no están en las cabeceras de comarca parece una opción razonable. Ya hay prece dentes en otras provincias.