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Ángel Ballesteros Sahorí (Cirujano). león
León

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Por respeto a la historia de la Medicina en León

Cierto es, que el Servicio de Cirugía del Hospital V irgen Blanca dirigido por el doctor Jacinto Sáez, fue uno de los pioneros en el c ampo de la patología mamaria de la década de los 70, en la que ya algunos, por aquel entonces, nos iniciábamos con otro enfoque quirúrgico en la utilización de mastectomías radicales modificadas a la clásica técnica de Halsted. Fuimos uno de los primeros grupos en España en la incorporación de la quimioterapia CMF en el tratamiento adyuvante del cáncer de mama. Pero con igual claridad deseo expresar mi rotunda discrepancia sobre alguno de los aspectos que sobre este tema se han expuesto en recientes fechas. No en 1976, como se afirmaba, sino a finales de 1978 o inicios de 1979 fue cuando el doctor Carlos Simó, médico adjunto nos mostró, con gran entusiasmo, al doctor Sáez, Jefe del Servicio, y al firmante, como Jefe de Sección del mismo, el trabajo aparecido en referencia a los excelentes resultados que el grupo de Bonadonna, del Instituto Nationale di Tumori di Milan, conseguía con el CMF (ciclofosfamida, methotrexate y 5-fluoruracilo) como tratamiento adyuvante en el cáncer de mama. Mi único mérito fue el de participar como atento oyente de las explicaciones del doctor Simó, y el gran mérito del doctor Sáez, -en mi opinión el más grande cirujano que ha pasado por los quirófanos de León-, fue el de permitirnos a ambos para que, si así lo estimábamos, comenzásemos a utilizar ese tratamiento.

Desde el primer momento secundaron nuestra iniciativa los cirujanos del staff del Servicio, los doctores Simarro, Serrano, De Francisco, Romero, Alonso, Zeidan y Pamo, y sucesivamente, los médicos residentes que iban obteniendo su especialización en nuestro Servicio de cirugía fueron incorporándose a la dinámica de trabajo que allí se seguía en el campo de la patología mamaria, tal sería el caso de los doctores Díaz Faes, Pedrosa, Álvarez, Bernal, López Otazú, González y Sevilla. Todos ellos jugaron importante papel en este capítulo. De estas reflexiones, que brotan desde los recuerdos guardados en el arcón de la memoria de aquellos heroicos tiempos son, sin duda, mudos testigos y notarios inapelables, los historiales clínicos y protocolos operatorios recogidos en los archivos del Hospital de León. Ninguna otra consideración ha impulsado mi pluma más que la necesidad que gravitaba sobre mi conciencia, de evitar que pudiesen colegirse protagonismos erróneos tras una apresurada lectura de las opiniones aparecidas en este Diario en fecha 26 de octubre. Sólo eso, unido al recuerdo del doctor. Simó Fernández, cuya ausencia de entre nosotros desde hace tres años le impide reivindicar el protagonismo que en justicia le pertenece. Y por respeto a la Historia.

Ángel Ballesteros Sahorí (Cirujano). León

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