LEÓN EN VERSO
El parte
El parte, antiguo telediario, le dio un repaso al patrón minero leonés de la empresa de la que depende el sustento diario de tres mil familias. Le dió una zurra, si se atiende al tiempo que lo tuvo en pantalla, en eso que los expertos comunicólogos y los que saben transformar los segundos de primer plano en miles de euros han dado en calificar prime time. Y no fue por la sangría económica que sufren las empresas mineras, en concreto la del patrono del escarnio, que por los Santos cumplió seis meses sin facturar un chavo —a ver quién aguanta el tirón—, no; ni siquiera para analizar el ocaso de una forma de vida que huele su funeral, del próximo holocausto socio económico que se le viene encima a la provincia leonesa tal y como están las cosas entre Zapatero y las eléctricas, Sebastián y la Unión Europea, el devenir y la suerte, la cola del paro y los expedientes de regulación de empleo; tampoco le dieron el paseíllo por el parte, antiguo telediario, para acomodar la información a la experiencia del mayor empresario del sector minero en España, al que se le debería escuchar al menos la versión de cómo ve el futuro a uno y otro lado del puerto de Cerredo. A Victorino Alonso le pusieron a bailar al ritmo de los informativos de la tele pública a cuenta del Impuesto de Valor Añadido de una factura de algo que compró fuera de España; pleiteó el caso y lo perdió ante la Justicia. No fue de ayer; ya llovió, incluso en los antecedentes del hecho. En los señalamientos judiciales abunda este género: Hacienda contra el contribuyente tal o cual. Ninguno, que se recuerde, ha pasado el filtro de la cobertura informativa local, provincial, de Benavente hacia abajo, como esas mociones fantasmagóricas a las que dedican los plenos los electos concejales y designados diputados leoneses para pedir que no congelen las pensiones o no suba el colesterol. Como mucho, llegaba a las redacciones regionales, a Valladolid. Este fue directo al parte, al de la tele, el mismo que machaca por sistema a Merkel y a Sarkozy, limita las informaciones sobre Italia a los escarceos de alcoba de Berlusconi y deja para otro día lo de la cola del paro, que de vueltas que da a la manzana empieza a convertirse ya en espiral. La gracia concedida a Alonso de igualarle en tiempo a Obama no tuvo continuidad con el ERE de 2.000 empleados, víctimas de la política energética. Como si el que edita el parte no saliera en los créditos.