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León

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L a madre, alarmada porque ha leído que la policía local lleva impuestas este año en León 700 multas por beber en la calle (los biberones no cuentan), le pregunta a su hijo: «Luis Bermudo ¿tú le das al botellón?». Y él: «No, mamá, sólo al botellín». Ella respira aliviada: «Ah, bueno». Pero muchos botellines seguidos hacen un botellón. Vale, no se les puede imponer a los jóvenes un criterio de diversión, pues hay tantas nociones de parranda como parrandistas; a unos les gusta el jolgorio vitriólico y a otros el gregoriano, pero todo debe ser en su justa medida. El IV sultán de Turulustán cayó un día en que tenía algo abandonadas a sus 500 esposas y 700 concubinas, por lo que decidió encerrarse una noche en el harén con todas ellas, para satisfacerlas; cuando iba por la quinta, algunas versiones dicen que por la novena, le dio un pampurrio y de nada le valieron los 800 médicos y 2.000 enfermeras que estaban en la habitación de al lado. Si en vez de intentar cumplir con todas a la vez, se las hubiese repartido en tres o cuatro fines de semana, no habría tenido una muerte tan horrorosa, de esas que no se las deseas ni a tu peor enemigo. Pues bien, con el botellón pasa lo mismo. Todos hemos brindado por «las noches antiguas y las viejas canciones», como en «Los puentes de Madison», pero no quedábamos con los 100.000 Hijos de San Luis, elegíamos una atmósfera más recogida.

Cómo ya hemos denunciado, el problema no es sólo que los jóvenes beban en plena calle, sino que además orinan en ella. En los países nórdicos también le dan al botellón, pero en ecológico. Cada bebedor lleva consigo un frasco -con nombre y dirección- en el que depositan su orina; ya en casa, la conservan fresca en una nevera para tal menester, y a fin de mes las depositan en granjas municipales donde se reutilizan como abono para porros. En España, muchos botellones terminan en anárquico aquí te pillo, aquí te orino. Falta civismo. A ver cómo se les reconduce ahora hacia la casta tila. Alguien debería advertir a la madre de Luis Bermudo que su chaval no habla dos idiomas, pero ve doble. Botellín a botellín: botellón. Algunos van a estar más cascados que sus padres, cuando les llegue el día de cuidar de ellos.

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