Diario de León

FUEGO AMIGO

Invitados insolentes

Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

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E l horizonte electoral de mayo va propiciando un creciente turisteo de políticos influyentes de diverso signo, que nos visitan con la sana intención de echar una mano a los suyos, aunque sin mucha idea del barro que pisan. Por eso, a menudo, dicen cosas gravemente inoportunas, incluso contradictorias con las que sostienen sus propios en casa. Pero hasta ahora ninguno tan despistado o ridículo como Pere Navarro, director general de Tráfico, en su reciente estancia soriana. Se supone que Navarro se acercó a Soria para darle una alegría al alcalde socialista Carlos Martínez. Es lo que se estila cuando ya los equipos se concentran en la bocana de las urnas, así que de esta afición brotarán más disparates. Por eso, es importante que no se vayan de rositas. Aunque el patoso sea el relamido señor de las multas.

Vino a decir Navarro que las autovías ya están hechas en España y que ahora lo que toca es mejorarlas con estrictos criterios de seguridad vial además de apostar fuerte por el ferrocarril. Todo esto en Soria, que es la única ciudad española sin ninguna conexión por autovía. Y no porque esté mal situada, que ocupa el centro del país. Una mirada al mapa descubre a primera vista que la comunicación óptima entre Barcelona y Oporto, las dos ciudades secundarias más importantes de la Península, discurre por Zaragoza y Soria, desechando la elipsis riojana del Ebro por la línea recta del valle del Duero. Pero en este, como en otros casos que nos conciernen, los trazados viarios desprecian la directa para entretenerse con bucles territoriales.

Navarro no paró ahí. Advertido del traspié, optó por ponerse lírico y glosar lo bonito que resulta ver a los ciervos y demás animalejos sueltos cruzar las vías. Las de asfalto, claro, porque ferrocarriles Soria ha perdido tres en el último cuarto de siglo y apenas le queda el enlace machadiano por Almazán. Tuvo la primera «autopista» española, que se trazó recta en los felices veinte de Madrid a San Sebastián, para los veraneos de la corte y las carreras en coche de Alfonso XIII. Autopista del Rey se llamó aquel cordel de asfalto por el que disfrutaban los pioneros del automovilismo con sus locos cacharros. Pero Navarro ignora estas cosas.

También desprecia, y esto es más grave, la siniestralidad que soportan los conductores sorianos a causa de los animales salvajes que invaden las carreteras. Y eso sí lo remedian las autovías. Una vez puesto en razón por sus anfitriones, el señor de la multas concedió que se trataría de un problema peculiar de Soria, un localismo que no le iba a aguar su pregón. Unos días antes los sorianos protestaban en la calle frente a la mansedumbre de subalternos con que sus políticos acatan olvidos y demoras en inversiones.

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