Diario de León
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LUIS ARTIGUE
León

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A uguraba en una reciente entrevista el magnético escritor hindú Salman Rushdie que sus hijos vivirán en un mundo dominado por Asia (trataba de incidir así no sólo en la condición de país emergente de La India, sino también en la imparable pujanza de Japón y, sobretodo, de China.). Como caminando premonitoriamente en la dirección del mundo la ciudad de León ha firmado este jueves un convenio de hermanamiento con la ciudad china de Xiantang.

El objetivo último es el de conseguir que León tenga una sede del Instituto Confucio -"el equivalente a nuestro Instituto Cervantes; una entidad del gobierno chino metódicamente dedicada al estudio, propagación y divulgación de la lengua y la cultura de ese país milenario del oriente-". No podemos sino felicitar al Ayuntamiento de León por esta innovadora iniciativa que, como han resaltado los medios, se suma a la apertura aquí de la sede de la Universidad de Washington para incentivar en nuestra cidad el más que interesante y rentable turismo idiomático.

China es otro mundo, y su enigmática lengua se ha convertido ya hoy en una fuente de sabiduría y una excelente salida laboral. Por eso sería muy importante para nosotros conseguir ese Instituto Confucio en León para situarnos definitivamente en el mapa de la modernidad. Parece que hay que estar en posesión de la condición de visionario o de utópico para ser español y estudiar chino, pero en realidad se trata de una opción radicalmente innovadora.

Además de las ventajas laborales se trata de una cultura milenaria, como nos enseñan las novelas del primer Jesús Ferrero, y ningún otro vehículo mejor que la lengua para adentrarse en la historia, la cultura y la personalidad de un país... La lengua produce la definitiva revelación del carácter de la gente... Pero principalmente tener aquí un instituto Confuncio nos reportaría prestigio, vanguardia, un toque kitch que al sector turístico tan falto de alegrías por culpa de la crisis le vendría muy bien.

Nos ha sorprendido agradablemente este hermanamiento urbano oriente-occidente y su subyacente posibilidad de convertirnos en ciudad lingüística de golpe y porrazo. Justo ahora que acaba de llegar a León este frío que ahuyenta a los exhibicionistas ha venido a nosotros cierta vicealcaldesa de una ciudad china de nombre impronunciable. Es -voz honda y calmosa- todo corrección y contenciones, imaginamos. Nos hermana con lo exótico. Nos trae posibles buenas nuevas para nuestra maltrecha economía. Nos alía a lo desconocido...Una sede del instituto Confucio en León nos insertaría en el cosmopolitismo, la más decidida y útil expresión de la modernidad.

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