Diario de León
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ANTONIO CASADO
León

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La Otan se pone al día después de una d écada boba. La de los noventa, por muerte natural del Pacto de Varsovia. Y después de otra desorientada: desde el atentado a las torres gemelas de Nueva York hasta nuestros días, en la que no se acaba de saber de qué parte estaba Rusia. Eso era hasta la histórica cumbre del pasado fin de semana en Lisboa. Ahora ya sabemos que Rusia se pone de este lado y que enfrente ya no está la Unión Soviética sino el crimen organizado y el terrorismo internacional. Eso es lo que llamamos nuevo concepto estratégico de la Otan. ¿Y en qué afecta a España, que es el séptimo contribuyente de la Alianza, en esa nueva definición de los riesgos? Le afecta mucho. Sobre todo en lo que se refiere a la amenaza del terrorismo islámico que, como se sabe, acampa camuflado en el norte de Africa sin dejar de mirar a Al Andalus y, por supuesto, a Europa.

De ahí el empeño de Zapatero por lograr una Otan más orientada hacia el Mediterráneo, donde se están fraguando riesgos importantes para las democracias occidentales, y no sólo hacia el Atlántico Norte, que es su vocación fundacional. En estos momentos, efectivamente, se tiende a mirar sólo hacia el flanco norte, que es donde se ha producido esa histórica convergencia de Estados Unidos y la Unión Europea con el antiguo enemigo ruso y en el desaparecido formato soviético. Pero sería una irresponsabilidad descuidar la atención en el flanco sur, recorrido por esa especie de herpes de Foster que va desde Tánger hasta Yakarta y donde anida el peligro potencial del yihadismo.

El otro recado que nos ha llegado de la cumbre de la Otan en Lisboa, donde también se ha celebrado la pendiente cumbre bilateral de Estados Unidos y la Unión Europea, es un calendario de retirada de tropas en Afganistán, acoplado al consiguiente programa de cesión de competencias a las autoridades nacionales del país.

El calendario de esa transición se alarga hasta 2014 pero nos lo tenemos que tomar como algo indicativo desde el momento en que queda condicionado a la «evolución de los acontecimientos». A pesar de la contundencia con la que la ministra española de Defensa, Carme Chacón, haya hablado de «proceso irreversible». Parece aventurado darlo tan hecho cuando la propia secretaria de Estado norteamericana, Haillary Clinton, ha declarado que «en realidad no es que se termine la misión, sino que cambia de naturaleza». Se refiere a que de manera progresiva el carácter militar de la presencia aliada en Afganistán va a ir adquiriendo un carácter civil. Difícil objetivo después de ver cómo este 2010 se ha convertido en el año con mayor número de muertos civiles en el conflicto.

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