Diario de León
Publicado por
VICENTE PUEYO
León

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E n los días siguientes a la emisión del célebre cortometraje «La cabina» de Antonio Mercero, protagonizado por José Luis López Vázquez, había gente que cuando utilizaba una cabina para llamar por teléfono ponía el pie para impedir que la puerta se cerrase del todo. Tal había sido la impresión que causó aquella magistral producción que mezclaba, en sabias dosis, ciencia ficción e ibérico surrealismo. Aseguro a los lectores que no les va a pasar lo mismo si deciden meterse en la cabina colocada en la acera de Botines por el PSOE leonés a mayor gloria del alcalde Francisco Fernández. Puedo garantizar que no fui abducido y por eso puedo ahora escribir ésto. Pero lo que sí es cierto es que ingresé con precaución en esa especie de minijaima rojiblanca; dejé un pie fuera en un intento de conjurar algún extraño peligro o algún aterrador final como el que le esperaba al aterrado López Vázquez.

El film producido por el PSOE se titula «Gracias a ti» y se esfuerza en pasar el brazo por el hombro al ciudadadano anónimo al que se quiere dar el protagonismo de los logros conseguidos a lo largo de tres años y medio de gestión municipal. Pero, como sucedía en La Cabina, conforme transcurre la trama, va creciendo la perplejidad y la desesperación del cabinista porque nadie explica el «cómo» ni el «porqué» de lo que le ocurre. Cómo era posible que, una vez contempladas las prometedoras imágenes de la ciudad alegre y confiada, debiera pasar por la oficina de empleo a sellar el paro de noviembre. O por qué en su barrio llevan lustros peleando sin éxito para que reparen las aceras y para que su calle deje de ser una boca de lobo por la noche, o cómo hace para pagar la subida del IBI, o el gasóleo de la comunidad de vecinos, o por qué el ayuntamiento no le paga desde hace once años aquella reparación que le encargaron, o por qué su querido banco le ha apercibido de la que le espera si sigue retrasándose en el pago de la hipoteca. O cómo pasar por alto ejemplos de improvisación como el tortuoso proceso del nonato tranvía, empatanado entre la dejación administrativa y las desavenencias políticas. O cómo si todo es «gracias a mí» nadie me ha preguntado nada sobre esos grandes proyectos que aseguran van a poner patas arriba la ciudad... El cabinista salió por fin de la minijaima, respiró hondo y, aún aturdido, se alejó mientras tomaba conciencia de su indefensión y cruel destino.

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