Distracciones

L eo que cada leonés se gastará una media de 700 euros durante las Navidades y observo la tediosa rutina de la Unión de Consumidores ofreciendo sus recomendaciones para un consumo responsable. Y paso página y leo que el número de hogares de Castilla y León, es decir de León, que tienen todos sus miembros en el paro ha crecido un 190% en los tres últimos años. Y me viene a la mente lo que dijo Chomsky: «la gente paga por su propia subordinación». También dijo que el conformismo es el camino fácil.

Esta es qu izá una de las cosas más desalentadoras de lo que está ocurriendo. No reaccionamos, seguimos distraídos, concienzudamente distraídos de las cuestiones realmente importantes y seguimos preparando la cesta de Navidad como autómatas. Ganado que vuelve cada noche al redil, unos deslomados y otros desorientados, como si el planeta no fuera con ellos.

La estrategia sigue funcionando: se trata de desviar la atención sobre los asuntos esenciales con una lluvia de informaciones insignificantes. Y ahí, en ese perverso engranaje, los medios de comunicación no somos inocentes: seguimos lanzando bombas de fragmentación en forma de intragables salsas rosas y de partidos del siglo sin concentrarnos en lo que la gente atribulada y aún no absolutamente alienada suplica: atención y claridad sobre lo que realmente le importa. Que no sólo es economía sino toda esa suma de conocimientos cuyo cultivo nos hace mejores seres humanos. Pero no. No interesa la verdad, sino la distracción y el teatro. El otro día se levantó el telón de otro crudo reality: el Poder llevaba de la mano al poder. Ni la imaginación de Orwell (el que dijo que el lenguaje político está diseñado para que las mentiras suenen veraces) hubiera imaginado un «consejo de ministros» tan genuino. Hasta se guardó el secreto de las deliberaciones entre los hiperempresarios y el Gobierno y aún no nos hemos enterado muy bien de qué iba aquello; aunque ayer Zapatero dio algunas pistas al anunciar el fin de la prestación de 426 euros para los parados...

En fin, que en tres años hayamos pasado en la Comunidad de 16.812 familias con todos sus miembros en paro a 49.252 es un drama que no admite distracciones. Que las previsiones para el 2011 no vislumbren optimismo no admite distracciones. Que en León miles de familias de trabajadores mineros estén estos días de rodillas ante Santa Bárbara por si obra algún milagro, tampoco admite distracciones. Digo yo.