El erial provincial
Los ERE convierten la provincia de León en un erial. No son privativos de ella, pero aquí se notan más, pues afectan a sectores señeros, como la minería. Según algunas fuentes, en España han cerrado, por la crisis, más de 350.000 empresas, de las cuales 12.000 mediante ERE, que han dejado en el paro a más de cuatro millones y medio de trabajadores. Las pequeñas empresas, sin más, se han desintegrado dejando en la indigencia muchas veces a obreros y empresarios. Las más fuertes intentan paliar los daños mediante los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE), es decir, reduciendo plantilla o dejando temporalmente a buena parte de la mismas en casa a cargo del seguro de desempleo y pactando con los sindicatos las cantidades no cubiertas por tal seguro respecto a la nómina anteriormente cobrada.
En León no hay sector que no se vea afectado por los ERE, pese a que de las 33.126 empresas censadas sólo se pueden acogerse las de más de 10 trabajadores, un 5 por ciento del total. Desde 2007 el número de expedientes, sin contar los que se tramitan en Valladolid o Madrid, supera los 400, que han afectado a más de 6.650 trabajadores. Las pequeñas empresas de construcción, por ejemplo, han cerrado sin más o mediante un despido individual pactado; pero las grandes lo han utilizado, como vemos en los casos de Catisa y La Estrella, del grupo de Martínez Núñez, que amenaza con dejar en paro a 277 personas. Las más impactantes son las que afectan al sector minero, abocado a una crisis por la paralización del Plan del Carbón. No sólo los grupos Alonso y Viloria los han presentado, pese a las protestas de los trabajadores, sino la Hullera Vasco-Leonesa hace otro tanto esta semana. Incluso Roldán, que fabrica acero, lo plantea tras sufrir un incendio en una de sus secciones.
En León la crisis viene de lejos, por eso en 2004 el nuevo flamante presidente del gobierno, presentaba un Plan Oeste con 115 medidas y 4.000 millones de euros. Dejando a un lado los incumplimientos, en muchos casos flagrantes del mismo, lo cierto es que de poco ha servido para paliar la crisis que, de pronto, se nos vino encima. Los polígonos industriales han enmudecido, las empresas cierran, las obras viarias prometidas, por ejemplo el AVE a Ponferrada y la autovía a Orense, duermen el sueño de los justos. Los costes sobre la seguridad social y los presupuestos del Estado se incrementan por los expedientes y se exigen más impuestos. Las nuevas medidas del viernes aprobadas por el consejo de ministros se deshacen cual azucarillo en unas horas ante una huelga irresponsable de los controladores aéreos, que el gobierno socialista, con prepotencia, sólo puede evitar mediante la declaración del Estado de Emergencia. Esto no da más de sí.