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Publicado por
CÉSAR CHAMORRO
León

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A algunos leoneses capitalinos les comienza a dar la impresión de que la memoria puede seguir tortuosos caminos para tomarse la revancha. Quizás sea esta una explicación del caso de Fernández Ladreda, calle en León, como en tantas otras ciudades, dedicada a un asturiano, militar, químico, científico y político que fue ministro de O bras Públicas con Franco. Quizás este último dato pese más que su extenso currículum y, también quizás, ya que se mantiene el nombre de la calle, una buena forma de pasarle factura es la obra que ha padecido. La primera sorpresa aparece cuando un conductor procede de la ronda desde el hospital y quiere continuar hacia la Virgen o el Rectorado y se encuentra con un semáforo en rojo constantemente. Para evitarlo o se desvía hacia el centro de la ciudad (interesante forma de descongestionar el tráfico) o callejea (ídem) para volver a salir a la misma calle.

Otra vez en la avenida se da cuenta de que hay un carril sólo para bus y taxi. Después de una atenta observación de varios lustros se puede ver con emoción un taxi en ese carril y algún autobús. ¿Se justifica? La tercera sorpresa es que el carril está a la izquierda, lo que acarrea incomodidad y peligro porque los peatones tienen la manía de circular por la acera antes de coger o bajarse del bus o el taxi. La cuarta: ese carril está cerrado con bolardos, con lo que la ancha avenida ha quedado reducida a una carril por sentido sin caer en la cuenta que en ciudades donde han hecho un carril bus cerrado la calle cuenta con dos carriles o más en esa misma dirección. La quinta, mucho más grave, vivida por este paisano. Cola de coches en dirección al hospital. Una ambulancia con la sirena de emergencia varios coches más atrás por la avenida por la que tiene que ir al hospital. Nadie nos pudimos mover ni un centímetro ni apartarnos hacia otro carril. Desesperación y cabreo es poco. Espero que no fuera un infarto.

La sexta. Voy a entrar en mi carril cuando veo delante de mí a un taxi. Sorpresa. ¿Por qué? Porque en el carril del taxi está un autobús parado d el que se sube y baja personal, y como está cerrado el señor taxista decide, como es lógico, usar el otro. No se preocupe nadie. Abierto Michaisa la cosa promete.

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