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Publicado por
JESÚS ÁLVAREZ COUREL
León

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Decíamos ayer... que había que hacer algo, que el pequeño mundo que encontramos al nacer es el mismo en cualquier parte y que sólo se amplía si uno logra irse a tiempo de donde tiene que irse, físicamente o con la imaginación. Si usted ya ha visto colmadas sus expectativas con el descubrimiento de la cuna del parlamentarismo en León, ahora la Nasa le ofrece también un viaje sin retorno. Pero no dentro del variopinto escenario de la historia, materia ésta a medida de quien la escribe y también de quien la interpreta, sino algo más sencillo como un viaje a Marte. El paquete turístico, amén de experimento darwiniano, incluye el disfrute de fantásticas tormen tas de arena, escasez de oxígeno y bajas temperaturas, de 50 grados bajo cero en invierno a unos 5 bajo cero en verano.

Lo mejor es que el viaje sale gratis. Lo peor, que no podrá aburrir a sus vecinos contándoselo, porque sus vivencias se perderán más allá de Orión, junto a los sueños de las ovejas eléctricas que le acompañarán en ese penúltimo viaje.

A la tierra le han puesto fecha de caducidad desde hace muchos siglos. Salvo Alfonso IX, ocupado en traer la democracia a su reino para repartir prebendas y privilegios entre sus súbditos (algo habitual en el feudalismo), el resto de la tropa duda cuando menos de este mundo, trasladando su esperanza al más allá. Astrónomos como Copérnico comenzaron a designar al hombre y a la Tierra un lugar más humilde en el Universo, quizá porque desconocían la trascendencia de los concejos abiertos o la magia del filandón, lo que, con toda probabilidad, hubiera cambiado sus teorías cosmogónicas. Lo mejor es huir, no les quepa duda. Decía Maria Zambrano, hace tiempo, que vivíamos bajo creencias sin credo, con una fe desasida y la esperanza errante. Una esperanza que si entonces no tenía donde fijarse, entre las dos Españas, mañana también se debatirá entre el planeta azul y el rojo.

Ya no se irá Marisol rumbo a Río; ni se despedirá uno diciendo hasta mañana o hasta luego. En Marte nos dedicaremos a saltar cráteres, como el filósofo griego Empédocles que murió al saltar uno del volcán Etna porque, creyéndose Dios, resultó ser también perecedero... Dicen los astrónomos que siete de las diez estrellas más cercanas a la Tierra son enanas M. Y añaden que su luz es prometedora para la vida en los planetas cercanos. Uno de ellos, el Gliese 581 d, cuyo tamaño es unas siete veces mayor que la Tierra, está iluminado por una de esas enanas rojas y es muy probable que tenga vida. Y si Luis del Olmo no se jubila, acabarán comiendo botillo... Había que hacer algo.