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JOSÉ A. BALBOA
León

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L a encuesta de Cáritas, publicada la pasada semana, sobre la pobreza y exclusión social en León golpea nuestras conciencias. Casi 60.000 leoneses son pobres y viven con menos de 417 euros al mes. No es una realidad nueva pero con la prosperidad de las últimas décadas no era ya muy visible. Siempre ha habido pobres y sobre su miseria hubo en tiempos pasados profundos debates, como el que sostuvieron en 1545 Domingo de Soto y Juan de Robles, probablemente el más importante y serio debate ideológico que se dio en Europa en el siglo XVI sobre la pobreza; y serias reflexiones para acabar con esa lacra social, como podemos constatar en el Amparo de pobres del médico Cristóbal Pérez de Herrera, en el siglo XVII. En aquellos tiempos se distinguía entre necesitado, pobre y mendigo y, por tanto, su tratamiento era distinto. Hubo instituciones asistenciales para ayudar a pobres y necesitados pero también leyes que perseguían la mendicidad.

Todo eso parecía cosa del pasado. Hoy, con la dura crisis que padecemos y el paro que no cesa, aumentan los pobres y necesitados, y reaparecen los mendigos, muchos de ellos apostados, como antaño, a las puertas de las iglesias. La encuesta sobre la pobreza en León revela que ésta tiene muchos niveles y matices. No se considera pobres a los que ganan entre 417 y 694 euros, que representan el 40,5% de los hogares de la provincia, pero es difícil vivir con esos euros; si lo son el 11% (19.747 hogares) que vive por debajo de esa cantidad, incluso hay casi un dos por ciento (3.411 hogares) que no llega a los 185 euros al mes. Por diócesis sale peor parada la de Astorga que la de León, con un 12,3% de hogares que viven por debajo del umbral de pobreza; pero por zonas, Esla-Campos y Sahagún, es decir, las antiguas tierras cerealísticas, acaparan los porcentajes más altos, quizá por falta de otras alternativas económicas.

La encuesta no habla de los ricos pero seguramente éstos sean cada vez menos y mayor su riqueza; habla de los pobres, cuya visibilidad y, sobre todo el negro futuro que espera a muchos, nos atemoriza a todos. Confiábamos en el Estado pero algunos de sus pilares, como la asistencia social, se tambalea.

Estos días hemos visto como el gobierno socialista suprime la ayuda de 426 euros/mes a los desempleados sin derecho a paro. Muchos no tienen otra alternativa que la que les proporciona la caridad de Cáritas (algunos sacerdotes han interiorizado el término solidaridad, que en 1863 comenzó a utilizar el masón Pedro Leroux como sustituto, contra la Iglesia, de los de fraternidad y caridad), que en este año que termina ha repartido gratuitamente casi 900.000 raciones en comedores públicos de España. Este ejemplo habla de esperanza.

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