Cerrar

HISTORIAS DEL REINO

Tres hombres buenos (1ª parte)

Publicado por
margarita torres
León

Creado:

Actualizado:

P ensaba hablarles del teniente alcalde de Zalamea, famosa obra de Pedro Muñoz Seca que bien puede aplicarse a algún político leonés. Pero como de eso ya habrá tiempo, resta mucho para las elecciones, vamos a dejarnos de aquelarres brujeriles para centrarnos en lo verdaderamente importante: los grandes hombres y mujeres de esta tierra nuestra. Como no podía ser de otro modo, arrancaremos en mi ciudad, La Bañeza, donde la corporación municipal, presidida por José Miguel Palazuelo, un estupendo alcalde, acaba de inaugurar una estatua a Conrado Blanco.

Conrado Blanco González, Cronista Oficial de La Bañeza, representa la generosidad hecha persona. Para Conrado, nuestra ciudad lo es todo. Ha llevado su nombre. Lo ha gritado alto y fuerte. A los cuatro vientos, contra tempestades, incluso pagando de su bolsillo los famosos Capiteles, libros en los que recogía sus investigaciones de años. La muerte de su esposa, Charo, le dejó sumido en el dolor, aunque el cariño de todos los bañezanos le ha servido para saber que nunca estará solo, que somos muchos los que le queremos y admiramos. Mecenas como pocos, ha donado su gigantesca biblioteca, su archivo personal de documentos recogidos con esmero y cuidado, regalado a La Bañeza un parque, para que la memoria de su mujer permanezca después de su muerte. Esa es la grandeza de Conrado. No menor la de D. Santiago Carrizo Villadangos, que fue párroco de Santa María en la ciudad durante décadas. Hombre generoso, amante de la paz, de las cosas bien hechas, remodeló una iglesia vieja para convertirla en templo digno de capital. Todo a base de esfuerzo, de tocar la fibra sensible de los bañezanos, lejos de bancos y créditos. Su tenacidad y empeño transformaron el abandonado Seminario para tornarlo, con el apoyo del Padre Ángel, en residencia de Mensajeros de la Paz. Supo retirarse con discreción, como el arquitecto que apaga la luz y cierra la puerta de su gran obra. Así dejó La Bañeza, aunque para los bañezanos siempre estará en nuestro recuerdo con gratitud.

Resta D. Arturo Cabo. Otro párroco, de San Salvador, bien distinto al anterior. Un cura que primero predicó en las minas, que supo entender como nadie a esas gentes que, cada día, se jugaban la vida. Con ellos hizo caminos, ayudó en carreteras, sirvió como albañil. Fue lo que se conoce como un cura obrero. Luego regreso a La Bañeza, donde nació, para predicar desde el presbiterio de una iglesia cuya memoria arranca a comienzos del s. X. Aquí, en nuestra ciudad, revitalizó la historia de San Genadio, de La Bañeza, de sus orígenes. Fundó la asociación Monte Urba, que cada año peregrina a Santiago de Compostela. A fuerza de recorrer caminos y vías imperiales, más parece general romano que simple sacerdote. Un general al que le resta una condecoración por recibir: la medalla de oro de La Bañeza.

Así que, de cara a la Navidad, perdonen amigos lectores que prefiera hablar de buena gente como ellos. Deja mejor sabor de boca. Felices Fiestas a todos.

Cargando contenidos...