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León

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A veces, más importante que llegar el primero es ser el más perseverante. León fue la cuna del parlamentarismo europeo, pero Inglaterra fue la cama, el gran lecho conyugal desde el que se fue reproduciendo la democracia. Admitámoslo, la tierra de Arturo y su tabla redonda han sido mejores y más constantes servidores de las libertades que nosotros. Fuimos los primeros, pero algo esencial se nos quedó por el camino, pues lo nuestro no pasó de edad del pavo. El nexo de unión entre ambas vocaciones democráticas no fue otro que el cristianismo, el elemento vertebrador de Europa. Viene todo esto a cuenta de la próxima reapertura del Palacio de Don Gutierre como Museo de la Historia de León, a partir de contenidos de la exposición «Raíces», una buena noticia, aunque quizá la palabra museo no sea la más adecuada al nuevo proyecto, si nos acogemos al sentido estricto de la misma. La idea de dicha exposición partió de una ilusión del leonesista Javier Chamorro, pero fue posible gracias al patrocinio de la Junta de Castilla y León. La verdad se expresa mediante paradojas.

Ojalá ese nuevo centro sirva para propagar compromiso con el presente, y no solo autobombo medieval. Sería estupendo que en el Palacio de Don Gutiérre pudieran escucharse además de los ecos de ese pasado real, del que nos enorgullecemos, las más nobles voces del presente. Ojalá sea dedicado a ensalzar la democracia actual, en un ejercicio de diaria reflexión sobre los retos de nuestro tiempo.

Y sí, mejor cama que cuna. Los vikingos llegaron a América antes que Colón, pero este llegó más y mejor. Los españoles somos muy proclives a definir, no sin chulesca ignorancia, a Estados Unidos como un país sin historia; pues bien, el presidente Obama acaba de pronunciar unas emocionantes palabras destinadas a convertirse en históricas, acerca de la matanza en Tucson y la necesidad urgente de difundir discursos que no fomenten odio entre los partidos, «que curen y no hieran». Tienen menos siglos que nosotros, pero también men os óxido en sus articulaciones. Un largo ayer es un tesoro, pero el destello más luminoso ha de brotar siempre del corazón del hombre, de su aquí y ahora, del reto de construir -entre todos- una sociedad mejor.

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