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Publicado por
CAYETANO GONZÁLEZ
León

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Después de treinta y cuatro años de militancia, primero en Alianza Popular y después en el PP del que llegó a ser secretario general; después de haber compartido con el muchas reuniones del Consejo de Ministros en los Gobiernos de Aznar; después de haber trabajado conjuntamente en el «núcleo duro» de la dirección del PP, la respuesta dada públicamente por Rajoy sobre la baja como militante de Cascos es la peor de todas las posibles: «Yo, en este asunto, ya estoy en el futuro» dijo de forma fría y hierática el actual presidente de los populares, para a continuación hacer un elogio de la candidata que su partido presentara en Asturias, de la que demostró que no se sabe bien ni el apellido de la misma.

Si con la frasecita de marras, Rajoy ha querido dar a entender que el problema de Cascos se resuelve ignorándolo, no puede estar más equivocado. Porque si al final, el ya ex militante del PP decide presentarse como candidato en Asturias con un nuevo partido o con una plataforma electoral, el bocado que le va a pegar al PP va a ser importante. Si Rajoy ha querido marcar distancias con todo lo que suene a la época de Aznar, debería tener en cuenta que ese razonamiento se le vuelve en contra, fundamentalmente, porque si ahora es presidente del PP es gracias al dedo de Aznar que le designó como su sucesor en el verano del 2003. ¿Qué le hubiese costado al actual presidente del PP tener unas palabras de reconocimiento a la trayectoria de quien ha sido uno de sus principales compañeros de fatigas?

Rajoy se está mostrando como un dirigente con muy poca capacidad de resolver los problemas que afectan a las personas. Primero fue el apartamiento abrupto de Zaplana y Acebes de la primera línea, algo que quizás era inevitable, pero donde no se cuidaron las formas. Después fue la marcha de María San Gil; la baja como militante de Ortega Lara; el abandono por aburrimiento del prestigioso Manuel Pizarro a quien Rajoy había fichado como «mega e strella» para la campaña de las elecciones del 2008 y al que luego no hizo ni caso. Y ahora ha sido el caso de alguien tan vinculado a toda la trayectoria del PP como Álvarez Cascos, a quien Rajoy no llegó a citar por su nombre cuando fue preguntado sobre la baja como militante.

Quien aspira, y seguramente lo consiga -más por deméritos de su adversario que por méritos propios- a presidir el Gobierno de España, tiene que demostrar más capacidad de aglutinar, de sumar, de resolver problemas. Y en cualquier caso, en la política también tiene que haber un mínimo de humanidad y de «fair play». Es decir, hay que ser un poco mas «señor», sobre todo cuando se tiene el viento a favor, aunque solo sea porque a lo mejor en un futuro las lanzas se vuelven tornas y le acaban pagando a uno con la misma moneda.

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