Todos somos de León

Mientras haya fotos y titulares, contentos de ser de aquí, haber jugado de niño, echado dos carreras en el pueblo de los primos. Pasadas las elecciones, si te he visto, no me acuerdo. Más no llega todo el cinismo de fuera, que para cara de cemento ya tenemos a los indígenas de generaciones ancestrales, descendientes de Alfonso IX mismo, o de la pata del caballo leonés del Cid, Babieca. Un poco de Babiecas tenemos todos, visto cómo nos tiran de las riendas y relinchamos felices para después comer hierba y echarle la culpa al gusano de nuestros males en la cuadra.

Mientras Herrera y el gobierno Zapatero se baten el cobre en Bruselas -hasta Villanueva, que ya es decir-, por estos lares nos llega el mismo señor que ha dejado en lapsus eterno las ayudas europeas al carbón. La excusa, lo de las térmicas gallegas que prefieren pagar en oro lo extranjero. El temita huele a intereses de multinacionales, no de trabajadores con familias a su cargo, hijos que mantener y estudiar, casas que pagar antes del embargo. Como a tantos españoles, se me hizo un nudo en el estómago al ver cómo las eléctricas metían en sus consejos a Felipe González y a Aznar. El primero, pródigo en consejos de anciano a Zapatero, añorando sus tiempos felices. El segundo, denunciando el sistema autonómico, que, siendo él presidente, nada hizo para ahormar. Las lecciones, señores, en los libros y manuales, como las soflamas a lo Che Guevara que se quedan, no en lucha por la causa, sino en el barco del capitán araña.

El viernes 14 de enero, Javier Chamorro -Dios, qué buenos vasallos los leonesistas, si tuvieran buen señor-, manifestó en nota de prensa su indignación porque Feijóo, «paladín del sector de las eléctricas en contra del carbón leonés», se convirtiera en invitado especial en León. Animaba entonces a todos los leoneses a mostrar su rechazo, convertía al gallego en «enemigo de León» y, de paso, hacía extensiva la denuncia al PP. Llegó el día de autos y varios centenares de mineros y familiares se manifestaron ante las puertas del Parador, hubo gritos, algún forcejeo, mucha entrada en coche oficial por la retanbufa... y nadie vio entre los que defendían la minería leonesa a Chamorro o a Gema Cabezas, por citar a dos que residen en la ciudad. La culpa, por tanto, no la tiene Feijóo, que defiende Galicia, la tenemos nosotros por pastar en tierras Babiecas.

A todos nos gustan los lances pasados para conocerlos y trasmitirlos a las nuevas generaciones, pero hay que vivir en el hoy del paro, los despidos, el cierre de minas, los problemas en el campo y la falta de expectativas de los jóvenes. Esto es, en el presente. Cierro con una reflexión del poeta Jorge Manrique, en sus célebres Coplas: «Dejemos a los troyanos,/que sus males non los vimos,/ni sus glorias;/dejemos a los romanos,/aunque oímos e leímos/sus hestorias,/non curemos de saber/lo de aquel siglo pasado/qué fué dello;/vengamos a lo de ayer,/que también es olvidado/como aquello».