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León

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Ya le han dicho los patronos socialistas a las estaciones radiofónicas que alientan su travesía hacia mayo que intercalen alguna pieza del Kyrie Eleison entre la emisión continua del Gloria In Excelsis Deo de Haendel, con el que saludan a la audiencia desde que se confirmó a Emilio Gutiérrez al otro lado del ring. Los socialistas no quieren desgastar a los fieles en celebraciones y jolgorios anticipados, no sea que lleguen exhaustos a la fiesta triunfal del 22 de mayo. La orden, salvo excepciones de incontinencia verbal crónica, es disimular el gozo que se desparrama por Diecinueve de Octubre. Que parezca que hay rival, sugieren ante el excedente de votos, que alcanza al punto de excusar este año la presencia de Zapatero en el cierre de campaña. Igual no hace falta el puente aéreo León-Madrid en el helicóptero presidencial.

Ese nuevo horizonte que espera tras las elecciones locales estimula la saliva entre la junta general de accionistas del selecto club de negociantes que más provecho han sacado a la teta del poder durante el último quinquenio. Tanto, que han comenzado a echar cuentas de hasta dónde podrían llegar en un plan de expansión de los tres primeros pecados capitales, con el laboratorio financiero patentado en la ciudad extrapolado al mapa de la provincia, a zonas en las que no pudieron llegar por incompatibilidad de caracteres. La toma de los Guzmanes excita tanto en ese entorno como a los camaradas de Lenin la toma de los Palacios de Invierno.

Gutiérrez aviva la esperanza de este cluster del mangoneo, que observa al otro lado de las urnas la prolongación de los años de gracia para sus cuentas corrientes, ese último periodo bendecido a golpe de papel de Boletín Oficial, billetes de 500 a espuertas y lisonjas a granel. Tan bien les fue el asunto que, rendidos a la constelación favorable de los astros, no pudieron menos que dedicarle una fiesta de agradecimiento a los dioses; también a los de este mundo. Concurrido encuentro en una finca con chalé. Fiestón entre políticos y empresarios sin empresa. Fiestón, que la fiscalía de Milán acostumbra a señalar como «partito con Velinas». El vecindario del lugar del evento, asustado por la eclosión nocturna, asomó por el tapial y trasladó a la edición cazurra de guiquilis que la concurrencia era fácil de adivinar porque todas las acompañantes eran más altas que los anfitriones.

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