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Publicado por
León

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Aquí dormimos con un ojo abierto desde lo de Almanzor que siempre que aparecía por estos lares organizaba la de Alá, rompía todo y se llevaba las patenas, la cecina y las tías más estupendas del reino. Se comprenderá que ande el personal un tanto desvelado desde que los almanzores de nuestro tiempo, esos que visten en Dior y tienen una cuenta nada corriente en la vaina del alfanje, hayan puesto los ojos en la tierra cazurra que está en hibernación por no decir en franca retirada. Tiene su mérito y su misterio esta fiebre musulmana, este afanoso delirio que pone en el objetivo de la chequera clubes de fútbol de aquí y allá, incluidos los que se encuentran internados en la uvi como nuestra Cultural que Alá ampare.

Al asomarnos al fenómeno del desembarco árabe en el fútbol, hay operaciones que tienen su aquel. La más sonada es quizá la compra del Manchester City donde el jeque de turno, Sulaiman Al-Fahim, de Abu Dabi, decidió una buena mañana, -mientras una rubia platino mitigaba su resfriado con dátiles del palmeral de Tozeur- que se pasaba de los petrodólares a los pelotodólares. El Manchester tiene pocos problemas desde entonces, eso se sabe, pero lo que no se conoce tan bien es el partido que le ha sacado en este tiempo a los 150 millones de euros que invirtió Sulaiman. En Málaga tambien han regado la Rosaleda con dinero qatarí, pero es que la Costa del Sol tira mucho: prendidas están en la memoria las dulces noches de Al Andalus (dejémoslo ahí).

Menos comprensibles son, sin embargo, otras aventuras más cercanas como la de Puertollano o la del Manchego, equipos a los que también ha llegado o está a punto de llegar el maná arábigo. Ahí estriba el misterio sin descifrar y esa es la comidilla de los bares y tabernas: «¿pa qué coño quieren meter esa pastizara en la Cultural? ¿Por qué venir a este frío impío con los camellos cargados de pelotodólares y arrojarlos al agujero negro de las desdichas culturalistas?...». Esta es la comidilla, comidilla a media voz, susurro de harén. Porque no es cosa de elevar demasiado la voz no vaya a ser que se frustre el anunciado desembarco de los redentores almanzores. No es re mordimiento por las razias de antaño; eso es seguro. ¿Entonces? No sé por qué pero me martillea la mente el proverbio árabe: «No confíes en la fortuna hasta que no hayas entrado en la tumba». Escepticismo con aroma a azahar, al borde del área. Qué cosas más raras.