AL DÍA
Retirarse a tiempo
Trabajar más años y cobrar menos pensión. Nos van a retrasar la edad de jubilación a los 67 años y amplían hasta los 25 la base de cálculo para tener derecho a la pensión máxima. Es decir: que los pensionistas del futuro cobrarán alrededor de un 20 por ciento menos que los de ahora. ¡Menudo negocio! Rodríguez Zapatero, secretario general del Partido Socialista, se ha cubierto de gloria.
Si lo que pretendía es asegurar un párrafo en la letra pequeña de los libros de Historia, lo ha conseguido. Pero la foto no será la de la pradera de Rodiezmo, pañuelo rojo al cuello y actuación en plan «Novecento» ante los mineros y los sindicalistas. No. La foto será la de Davos, en Suiza, cuando a la manera de Moisés frente a la zarza en el Sinaí, escuchó la voz de los «mercados». Allí le leyeron la cartilla. Allí, los ventrílocuos de Merkel, Sarkozy y demás socios fundadores del club le dijeron que se había acabado la fiesta. Que las deudas hay que pagarlas y que ya estaba bien de ir por el mundo contando la fantasía de la «Champions league». El resultado es un final de carrera triste; de melancolía ensombrecida por las distancias que ya empiezan a marcar algunos de sus allegados. Le dan por amortizado. Ha empezado la carrera sucesoria.
Le aplauden ahora por haber conseguido que Méndez y Toxo firmaran el «pensionazo» los mismos que pasado mañana, tras las elecciones de mayo, le endosarán la responsabilidad por las derrotas municipales y autonómicas del PSOE. También le dejarán los cortesanos mediáticos que halagaban su ego hablando del «reformador» y del pretendido «republicanismo democrático» que inspiraba su hoja de ruta. Era mucha madera para tan poco barco. Más allá de dos o tres leyes nacidas para irritar a los ambientes católicos -pellizcos más de partido radical que socialista-, su paso por La Moncloa apenas deja bronce para la Historia. A la postre, su papel ha sido poco original. Para ser exactos, el habitual de un dirigente socialdemócrata europeo. Gerente al servicio de los intereses del capitalismo. Uno más. Poco habría que añadir si hubiera aceptado el papel y se hubiera conformado con el guión. Su tragedia es que no ha sabido retirarse del escenario cuando su papel ya había terminado.