Diario de León
Publicado por
Vicente Pueyo
León

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Decía el otro día José María Aznar, quien sigue impartiendo filosofía en el introito de los cónclaves del PP, que no se puede ir a ningún lado, ni en Europa ni en el Mundo, con unas comunidades autónomas cuya aspiración cotidiana es convertirse en mini-Estados. Salvando las distancias no está tampoco claro adónde se puede llegar creando minigrupos en los grupos parlamentarios de esas mismas comunidades autónomas. De momento se llega a la levitación que es lo que suele hacer en soledad y a horas tempranas el líder de los socialistas de Castilla y León, Óscar López, para afrontar con resignación tibetana las ocurrencias de su secretario general en León, Francisco Fernández, que es como una de esas sorpresivas matruskas: destapas una y aparece otra más mona.

Tiempo de ¡ale hop! que no parece muy propicio a la reflexión y al análisis. Terreno abonado para quienes, con despreocupación por el sentido común, proponen aquello que mejor cuadra a sus intereses coyunturales. Una liturgia a la que siempre acude una fervorosa feligresía dispuesta a aplaudir lo que les echen. Igual que ocurre con esa absurda y cara antigualla de los mítines, espacios-esponja ajenos al debate serio y constructivo donde se va a oir sólo lo que se quiere oir y donde lo que cuenta son las gracietas y los decibelios de las aclamaciones.

No faltan quienes aplauden ciegamente la estrategia de Francisco Fernández al defender la creación de un grupo propio en las Cortes autonómicas. Un grupo, dice, sometido a la disciplina de la ejecutiva provincial pero al mismo tiempo solidario con el grupo socialista en su conjunto y con el resto de la Comunidad. No es de extrañar que al secretario del PSOE leonés le cueste poner en solfa esta resbaladiza entelequia que choca abiertamente con el reglamento de las Cortes y porta en sí misma el virus de conflictos (o de cachondeos) permanentes dentro y fuera de su partido.

Francisco Fernández parece encontrarse a gusto entre dos aguas pero hay momentos en que es más honesto tirarse al río y mojarse. Si considera lesiva para León esa organización territorial que llamamos Castilla y León, está a tiempo de plantarle cara abiertamente al invento. Los votantes se lo agradecerán. Y Óscar López bajará del nirvana y podrá rebajar la dosis de ansiolíticos.

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