Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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R econozco que no es tema para una conversación decente, pero hay que referirse al incendio de pasiones que se vive en el Ayuntamiento de Villaquilambre. Con lo que algunos consideran una desvergüenza insóli ta, el regidor Lázaro García Bayón pretendía convocar unas oposiciones para promocionar seis auxiliares como administrativos, entre los que se encontraban su nuera y también su pareja, que ocupa uno de los cargos de confianza. Puesto que la cosa se puso peor que si te hicieran ver un ciclo de películas de Chuck Norris, el que ya califican como Bayón el colocón tuvo que dar marcha atrás con la intención de hacer prevalecer la ley suprema del sentido común. Partidarios y detractores se enfrentan con argumentos de indudable peso. Si lo suyos dicen que don Lázaro es un asceta de pies a cabeza, los no tan afines aseguran que nació para ser inquisidor y, en su consistorio, lo que falta en suciedad queda compensado por la porquería.

Así las cosas, durante el pleno municipal se vivió una napoleónica embestida cuerpo a cuerpo entre el Bayón y el secretario, Miguel Hidalgo. Pasándose por el forro las cortesías y normas de protocolo, el alcalde se puso hecho un Hitler y vino a decir eso de ¡Ay, Miguel, Miguel, no tienes abejas y vendes miel!, acabando por expulsarle. Acto seguido declaraba que no había tenido la suerte de recibir en su alcoba a la presunta novia, lo que suena a uno de aquellos dramones que escribía Echegaray: «Me llevé a la dama boba al interior de mi alcoba».

Yo tiendo a justificar los pecadillos de amor, esa anomalía emocional que se asemeja a un columpio porque empieza siendo una juerga pero te acaba mareando. En fin, ojala aparezca en Villaquilambre ese Dios bondadoso que todos llevamos dentro.

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