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León

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El acuerdo alcanzado por la Comisión de Seguimiento del Plan del Carbón

-”básicamente adelanto de las ayudas, publicación de la resolución en el BOE del día 8, cierre de las cartas de compras por parte de las eléctricas antes del 12, inicio de la quema el 15 y recuperación del empleo en un plazo máximo de tres meses-” parece haber abierto ya las puertas a la solución del conflicto de la minería, pese a la letra pequeña del texto que firman los agentes sociales, la patronal y la representación ministerial. Aunque el documento representa un avance decisivo para la recuperación de la normalidad en las cuencas, la condición a la que Industria supedita la aplicación del decreto

-”«salvo impedimentos legales o técnicos ajenos al ministerio», se lee en el texto-” alienta un cierta inquietud en un sector que vive convulsionado desde hace once meses por la negativa de las eléctricas a consumir carbón autóctono.

Vencida la resistencia de las eléctricas, que retiraron los vetos ante la Justicia europea, sería deseable que hiciera lo mismo la Xunta -”que ampara con ello la adecuación de sus térmicas al consumo del carbón importado-” o que directamente se pronunciase en favor de las mineras el Tribunal de Luxemburgo, que prometió hacerlo en el plazo más breve posible, pero que acumula una media de 33 meses de demora en la resolución de sus casos.

Procesos judiciales al margen, el de la minería era -”sigue siendo-” un problema político. De voluntad y de juego de intereses políticos en el que hemos visto a Óscar López azuzar a la Junta y al PP, a Tomás Villanueva atacar al Gobierno y al ministro empeñado en condicionar todo a que Núñez Feijóo diese un paso al frente haciendo algo que no está en su mano. Retirar el recurso judicial no es una decisión suya, como tampoco lo fue interponerlo. Es potestad del Parlamento gallego y nadie debe olvidar que la adoptó por unanimidad, es decir, con los votos del PP, claro, pero también con los del PSOE y el BNG. Está bien que Sebastián pida a Herrera que medie ante Feijóo, pero algo tendrán que hacer el propio ministro y López respecto a sus compañeros del otro lado de Piedrafita. Basta ya de palabras huecas.

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