105 años, en forma

El Diario de León tiene ya 105 años. El bisabuelo de la prensa leonesa camina sin cacha y sigue cumpliendo cada día, aunque esta expresión última pueda prestarse a equívocos. Este periódico sigue dando a diario el salto del tigre sobre la información. Pero para cualquier empresa, tan importante como alcanzar ciertas edades es hacerlo con salud, no exijamos que tarzanesca, pero sí razonable. Quien esto escribe proviene de la redacción ubicada en Lucas de Tuy, donde el duende del taller antes de hacerte cometer un gazapo te pedía permiso. Soy periodista, hijo de periodista, y padre de futuro periodista de deportes. Un colega me dijo una vez, en guasa pero en serio: 'le he dicho a mi hijo que prefiero verle atracando cajas de ahorro que dedicado a esto'; a mí 'esto' nuestro aún me sigue pareciendo ético, épico y estético; eso sí, si quieres terminar tu vida en una residencia de ancianos con piscina climatizada, bingo y karaoke, entonces, el Dioni es mejor modelo profesional a seguir, porque este oficio, en materia de jubilaciones lo más que da es para matar el rato en el banco de un parque. Y sin embargo, nos gusta.

Sí, 105 años son muchos. Aún sí, ningún medio puede vivir de las rentas, pues hay que levantar cada día una nueva catedral de papel. Suele decirse que el periodismo es profesión vocacional, como masajista de famosas, bombero o fakir; no seré yo quien lo niegue, pero vocaciones aparte, a nadie le amargaría que la línea se pagase mejor, no digamos que como la merluza fresca, pero sí al menos, como la congelada. Pero primero hay que salir de la crisis, no vayamos a regresar a la escritura cuneiforme.

Siempre he ensalzado la gran calidad global de muchos periódicos de provincias, entre ellos la de Diario de León. De provincia, no provinciano. Me siento orgulloso de escribir en el bisa. Sigo creyendo que nuestra labor consiste -antes, ahora y siempre- en contar la verdad, que ni es tan relativa como algunos mantienen, ni tan absoluta como otros aseguran; sea en noticia, opinión o anuncio por palabras. Felicidades, pues, a todos mis compañeros: nos veremos en el banco del parque. Y a ustedes lectores, gracias, pues son el aire que nos permite soplar las velas de la tarta.