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Publicado por
FELIPE RAMOS
León

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Las campañas electorales son el momento en el que los políticos de uno y otro color se acuerdan de a quién sirven y por qué y por quién están donde están. Son pocos días, bueno ahora cada vez más porque las precampañas duran meses y meses, pero en ese tiempo los ciudadanos saben que el político hará cualquier cosa para atraer su voto. Pero en este León nuestro de cada día a las promesas normales del resto de territorios, léase que si un carril-bici más -"eso sí que sea más largo que el del parque de Pocoyó-", que si más control en el gasto, que ahora con la crisis eso da votos, que si más servicios para los barrios y un largo etcétera, hay que sumarle la vena del leonesismo. Eso vende y más cuando la UPL, el partido que lo ha explotado como nadie -"algunos más que otros, que se lo pregunten a Lázaro García Bayón, Joaquín Otero o De Francisco-" está de capa caída y como al perro flaco se le arriman todas las pulgas.

Es ahí cuando aparecen los más listos de la clase y se aprovechan de la situación. Y en esas está el Partido Socialista que lleva semanas, por no decir meses, jugando al ratón y al gato en esto de tener o no tener grupo propio en las Cortes de Valladolid, al más puro estilo PSC en Madrid. Ahora sale el candidato Francisco Fernández y dice que León tendrá voz propia en las Cortes de Castilla, para que así también sean de León, y rápidamente le responde el otro candidato, Óscar López, que le corrige y le contesta que eso no puede ser, que lo prohíben los estatutos de la Cámara. Da igual, desde León se insiste y se insiste, que se hará por lo civil o por lo criminal. Pues ni por lo uno ni por lo otro. Lo que no cuentan, ni el uno ni el otro, es que todo está pactado en una reciente y tensa reunión a orillas del Pisuerga. Allí, el candidato Francisco Fernández planteó lo del grupo propio y Óscar López torció el morro, pero finalmente llegaron a una entente: mirá, tú di en León que el PSL tendrá grupo propio y yo te desmiento desde aquí. ¿Qué ganan con eso? Sencillo. Óscar López hace ver que tiene mando en el partido, aunque no es verdad porque en León no manda ni llover, y Francisco Fernández suma adeptos leonesistas a su casa. Y mientras tanto Chamorro entretenido en la venta de la Cultural, que si sale bien se la apuntarán otros, pero como salga mal... Es la historia de siempre: unos juegan y otros miran como juegan... con ellos.