Cerrar
Publicado por
JESÚS ÁLVAREZ COUREL
León

Creado:

Actualizado:

Si para entender el amor leemos a Freud, es posible que liguemos poco. La antropología tampoco rima en consonante en materia del corazón. De hecho, Marvin Harris, alejado de todo romanticismo, concluye que nuestra especie «dedica más tiempo que los demás primates al cortejo precoital, durando las sesiones de acoplamiento más que entre estos». Como para mandarlo en una tarjeta junto a un ramo de rosas. Quizá el cortejo precoital sea el amor que dicen los poetas.

Quien se entregue al encuentro del otro, debe llevar bajo el brazo los 20 poemas de amor de Neruda y dejar la canción desesperada para la vuelta a casa. Para adornar la prosaica biología, las mujeres han escrito los mandamientos del buen amor, aunque nosotros rompamos las tablas de esa ley con bastante frecuencia. El primero de esos mandamientos, nos obliga a los hombres a frenar el instinto de «esas partes inferiores que compartimos con las bestias», que decía san Agustín, pues aunque bajo el amor se esconda la obstinación por vivir, su emoción nos entrega a una importante experimentación del mundo que nos ofrece la parte contraria. Pero volvamos a Freud. Decía éste que el amor es una sublimación de la líbido, una extravagancia del sexo, un adorno del deseo. Sus razones tendría para afirmarlo, ya que está demostrado que la obsesión sexual del macho humano carece de parangón en otras especies. Y es que las obsesiones suelen ser malas hasta en el amor.

En la sexualidad, dice el psicoanalista Jacques Lacan, cada uno va a lo suyo y la entrega al disfrute nos aleja del otro, al buscar cada uno sus propias sensaciones. Por eso el amor, viene a suplir ese alejamiento. ¡Gitana!, ¿tú me quieres?, preguntaba el alcalde marbellí a la tonadillera. Y la amistad profunda se superó con prueba corporal, con ese amor que lo llena todo, incluida la cuenta bancaria. Una historia de amor que acabó, como tantas, en fracaso, que ya decía san Pablo: «Siento una ley en mis miembros que repugna a la ley de mi mente y me encadena al pecado que está en mis miembros».

Alain Badiou, filósofo francés, se pregunta si el amor es un sentimiento ético, una reinvención de la vida o un riesgo inútil. En su libro «Elogio del amor», afirma que éste puede ser contradictorio pues se vive desde distintas esferas. Hay un concepto romántico, lo que llama «el éxtasis del encuentro»; un concepto mercantil, el llamado contrato y, por último, un concepto escéptico, que convertiría el amor en una ilusión. Como diría Fernando Pessoa, «el amor es un pensamiento». Por ello, es difícil saber de qué hablamos cuando hablamos de amor-¦ Había que hacer algo.

Cargando contenidos...