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Publicado por
FELIPE RAMOS
León

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L os socialistas ya han cerrado su lista autónomica. Les ha costado, porque no se sabe si eran más los que querían dejar fuera o los que querían meter dentro. Eso han hecho con Teresa Gutiérrez, a la que «premian» su trabajo al frente de la Concejalía echándola fuera del Ayuntamiento. Habrá otra, Catalina Díaz, que seguirá y tratará de ocupar su lugar, aunque en tres años sólo se le ha conocido una tarea: colocarse en las fotos.

Mientras, en el PP aún siguen marcando equis en su quiniela, pero a diferencia del PSOE no se aventuran muchos cambios para acompañar al cabeza de lista, Antonio Silván. Javier García-Prieto, que seguirá siendo el dos, y Pedro Muñoz, que también estará en posiciones de salida como ya sucediera hace cuatro años cuando fue el cinco de la lista, son fijos. A partir de aquí, todo es susceptible de cambios y eso dependerá de si finalmente Eduardo Fernández deja la Delegación Territorial, nunca un delegado ha estado más de dos legislaturas en el cargo, y Silván lo incluye en su lista autonómica. De ser así, se quedaría fuera María Mar González Pereda, por aquello del cupo berciano que ya estaría cubierto con el delegado territorial y el alcalde de Toreno. Ese movimiento, además, haría que la alcaldesa de Benavides de Órbigo, Ana Rosa Sopeña, y Concepción Mallo tuvieran todas las opciones de repetir en la lista, por aquello de la cuota femenina que exige la Ley de Igualdad y porque son del gusto del consejero.

Una cosa sí está clara, Silván será quien decida todos y cada uno de los nombres que le acompañen en su lista autonómica, que sólo podría sufrir algún veto por parte de la dirección provincial del partido si el consejero de Fomento tuviera la feliz idea de querer incluir entre esos seis hombres y mujeres, por ejemplo, a Cecilio Vallejo. Ahí intervendría la presidenta Isabel Carrasco y haría valer su cargo en el partido. Un cargo que no ha hecho valer Óscar López, como secretario autonómico, y así ha tragado con una lista en la que él poco o nada ha dicho. Que se lo pregunten a Eduardo Morán, el de Camponaraya, que se creía uno de sus fijos y se ha quedado tan en blanco como el prohombre venido de Madrid o ese número siete de la lista que casi hasta ayer se estuvo rifando para ver qué ingenuo picaba y lo cogía.

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