Antonio Vázquez

L a gran aventura de la vida se acabó para Antonio Vázquez, un vendedor de ilusiones que nunca se can só de ganar y encarar nuevos proyectos. Hijo aplicado de otro Antonio Vázquez, fundador de una empresa, Piva, que gracias a sus revolucionarios motores cambió para siempre la historia del campo leonés, esclavizado hasta entonces por las penurias y las agotadoras jornadas de sol a sol. De su padre aprendió Antonio Vázquez Cardeñosa los atributos de rectitud, constancia y afabilidad, una filosofía que dejó clara al hacerse responsable de los destinos del Diario de León. Profundamente interesado en el mundillo de la prensa, durante su etapa al frente del periódico se acometieron distintas publicaciones que ya forman parte del patrimonio cultural leonés. Seguro de estar dando pasos en la buena dirección, sus intereses profesionales le llevaron también hacia la hostelería con la compra del Conde Luna y luego del viejo Oliden, transformado ahora en el flamante Alfonso V, establecimiento de exquisita gastronomía.

Justo con el cambio de siglo nació en Madrid el refinado hotel Adler, sito en un palacete de la milla de oro capitalina que fue el último edificio levantado por el marqués de Salamanca en el barrio de su mismo nombre. Y gracias a su talento para la organización, convirtió el Adler en toda una referencia de hospitalidad. Yo lo sé muy bien, pues tuve el privilegio de escribir un libro con motivo del décimo aniversario del hotel, cumplido en diciembre del año pasado. Por eso he sentido especialmente la muerte de un hombre encantador en las distancias cortas, al igual que su esposa Mamen Muñoz-Calero y sus cuatro hijos. Un grupo familiar que en la hora final ha demostrado ser un reducto de sensatez y saber estar.