Diario de León

AL DÍA

La revolución de las belgas

Publicado por
RAFAEL TORRES
León

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A l c ontrario que nosotros, los belgas quieren tener un gobierno. Se ve que, al contrario que a nosotros igualmente, alguna vez les ha ido bien teniendo uno. Belgas y españoles tenemos en común, sin embargo, la hartura hacia la clase política actual de nuestros respectivos países, que allí, como aquí, parece más inclinada a crear problemas nuevos que a resolver los muchos que ya hay. Ahora bien; mientras que nosotros envidiamos a los belgas, que llevan 251 días sin gobierno, más de ocho meses, lo que para nuestro desventurado anarquismo de supervivencia es una bella utopía, los belgas, más pragmáticos, preferirían tener uno para, siquiera, tener entretenidos a los políticos, que sin tareas de gobierno ni de oposición se dedican exclusivamente a tocar las narices a la gente con sus juegos de flamencos y valones.

La guerra entre flamencos y francófonos, que amenaza con dividir el pequeño país en dos, es una guerra artificial, de ambiciones políticas, que de estallar abiertamente perjudicaría lo suyo a diez millones de personas, flamencos y valones. Es una guerra de generales, a los que nadie secunda y todo el mundo padece. Y los belgas, que no son tontos, lo saben, y como no están dispuestos a consentir a sus políticos esa especie de golpe de Estado técnico que están dando, pues desde las últimas elecciones generales se han negado a acordar gobierno alguno, engolfados como están en sus batallitas, la gente se ha echado a la calle, ordenadamente como sólo saben hacerlo los belgas, y ha montado la Revolución de las Patatas Fritas para escarnio y vergüenza de quienes no son dignos de representarles.

Otra cosa que nos diferencia de los belgas es que ellos tienen sentido del humor. Antes de manifestarse desnudos por las calles, dejarse barba y comer patatas fritas en comandita, que es lo que andan haciendo ahora, lo intentaron todo para desbloquear la situación, que hasta una senadora propuso una huelga de sexo a las parejas de los/las políticos/as en tanto no resolvieran la formación de un gabinete, que es una cosa que a ellos les sirve, por lo visto, para vivir un poco mejor. Benditos belgas. No saben la suerte que tienen pese a todo, con gobierno o sin él.

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