Odón blues

Según Max Aub uno es de allí donde estudió el Bachillerato. Hay una patria que te viene dada y otras las escoges a lo largo de la vida, en un largo proceso de formación de tu geografía secreta. ¿De qué lugar fue realmente Odón Alonso, de donde le nacieron o de aquel en el que más se le valoró como músico y persona? El director de orquesta ha sido enterrado en Soria, por expresa voluntad. Tal decisión no hubo de conllevar a priori desdén alguno hacia su tierra de origen, la nuestra, aunque sí denota jerarquización emocional. El sueño eterno no es una siesta, mejor tenerlo en aquella posada en la que te guste más el trato del posadero. Habrá leoneses que consideren que se debió a un despecho. Lo dudo. Un músico es espíritu libre y no se rige en sus afectos por las arrobas de aplausos y reconocimientos recibidos, aunque, indudablemente los avatares de la Orquesta Odón Alonso debieron de indignarle. Soria le dio su segundo nacimiento, y se renace donde se te permite crecer de nuevo. El más allá no es una urbanización con vistas a un paisaje determinado, sino a lo que fue tu vida.

Una vez reconocida la relativa importancia que tiene dónde seas enterrado, salvo por lo que revela de última confesión de amor a un lugar, sí es cierto que León nunca ha sido tierra proclive a las distinciones a sus hombres y mujeres de valía, y llegado el momento falta ese tacto y saber hacer que dan la práctica. Todo lo más, una placa o un nombramiento pomposo, cuando ya la celebridad del personaje garantiza al político hacerse una fotografía mediática. No abundan por estos secanos ni ternuras ni admiraciones, quizá más por torpeza que por maldad.

Y junto a dicha cicatería, abunda la presunción de que como aquí en ningún sitio, incluso para el reposo eterno. No soy muy partidario de culpar a las ciudades de los defectos de quienes las habitan, porque tanto los desplantes como las atenciones siempre tienen nombre y apellidos concretos. Las ciudades son inocentes. Sus habitantes, no todos. Tierra difícil con los suyos. Todavía habrá quien proponga crear una comisión municipal para pedirle a Eduardo Arroyo, pongamos por caso, que done su colección particular a la ciudad de León. Mejor ni intentarlo, sabe boxear.