Diario de León

CRÓNICAS BERCIANAS

El Sil Express

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León

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A mi tío Horacio, al que no llegué a conocer, el Mixto le amputó una pierna y le segó la vida. A mi padre un vagón del Correo le aplastó dos falanges contra el tope de vía, y luego el ferrocarril de La Minero le robó cientos de horas de sueño entre descarriles intempestivos y reparaciones convencionales. Sin embargo yo siempre he sentido una fascinación especial por ese viejo tren de la MSP. Tal vez porque durante años me ha transportado furtivamente como un polizón a la patria de mi más tierna infancia. A la tapa de pulpo en el mítico Tres Portiñas al inicio del viaje en Ponferrada, al violento arranque de la 31 antes de alcanzar sudorosa su velocidad pendular; a la excursión por los rostros y boinas del vagón de madera, a la solemnidad de Pedrín el revisor envuelto en botones de oro, reclamando los billetes, o al precipicio del puente del Cantarín, cruzando la cola del pantano rumbo a Santa Marina convertidos en una bola de vapor. Unas veces me sentía un trasunto de Tintín con los morros estrellados sobre el frío cristal de la ventanilla, y otras Phileas Fogg cruzando la India en la vuelta al pueblo en 80 minutos. Incluso cuando recuerdo el rancio olor a azufre del humo que se colaba por todas las rendijas del vagón a veces lo hago con una extraña sensación de dulzor.

Por eso, y quizás porque en el fondo el Ponferrada-Villablino nos dio también de comer, me encantaría que el tren turístico de la MSP -”odio su absurdo rebautizo como Ponfeblino-” se convirtiera en realidad. Pero no porque a muchos nostálgicos como yo nos provoque ensoñaciones pueriles, seudoliterarias o nos empuje hacia tiempos perdidos. Más bien porque se demuestre que es viable económicamente como para rescatar en parte de la miseria y la despoblación a la cuenca del Sil. Se trataría de inscribir el proyecto en el desarrollo del Museo Nacional de la Energía, de recuperar algunos apeaderos y estaciones hasta Villablino como posadas o cantinas, de incluir alguna parada en el paisaje selenita de la Gran Corta o en los prados de Cuevas o Palacios. De que un gestor como Feve se haga cargo... Las prisas electorales de estos días, después tantas cosas mal hechas, no parecen las mejores briquetas para alimentar la idea. Si alguien piensa dilapidar millones de euros por un apretón político, mejor que el Sil Express siga traqueteando jovial por nuestra memoria.

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